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Jóvenes… un trasplantado

“Vivimos rodeados de noticias negativas. Parece que solo impera el mal, porque hace más ruido un árbol que cae que todo un bosque que crece. Pero no es verdad.”

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Hoy era un día con muchas ganas. Hoy sabía que iba a ser especial. He visto algo que me ha dado muchísima esperanza.

Más de 100 jóvenes universitarios de colegios mayores de Madrid, que dejaron su comodidad para hacerse voluntarios del Hospital Clínico San Carlos y a partir de la semana que viene recorrer los pasillos del hospital y visitar y acompañar enfermos.

Podrían haber estado en la biblioteca, en el gimnasio o de cañas con amigos. Y no hubiera sido malo. Pero eligieron regalar tiempo y presencia. Y eso, creedme, cambia vidas.

Porque hay habitaciones fáciles y otras que pesan. Enfermos que sonríen y otros que apenas pueden hablar. Y, sin embargo, ellos ahí estaban. Con la sencillez de quien no busca protagonismo, solo acompañar, estar, escuchar.

Hay enfermos muy acompañados familiar y espiritualmente, pero otros muy solos, intensamente solos en todos los aspectos. Para todos, pero sobre para estos últimos una visita así puede significar mucho más de lo que parece: que alguien le mire cuando cree que es invisible, que alguien se siente a su lado cuando piensa que ya no importa, que alguien le recuerde que, incluso en un hospital, sigue siendo persona.

En algunos casos gente que nunca ha tenido nido la suerte de escuchar hablar De Dios, gracias a estos chavales, que será lo más cerca que alguno tenga el evangelio notará una luz que sanará.

Vivimos rodeados de noticias negativas. Parece que solo impera el mal, porque hace más ruido un árbol que cae que todo un bosque que crece. Pero no es verdad.

Yo lo he visto: en un concierto de Hakuna, en mensajes que recibo por Instagram, en alumnos con ganas de cambiar el mundo, en voluntarios como estos.

El mundo está lleno de bien, aunque muchas veces se esconda. Y nuestra misión es sencilla: no guardarlo. La luz no se oculta, se pone en alto. No para sumar números, sino porque lo que hemos recibido es tan bueno que no podemos callarlo.

Gracias a la fe de estos jóvenes y al acompañamiento de los capellanes, hoy el mundo es un poco más luminoso. Gracias Padre Iñaki y equipo por tanto y vuestro cariño.

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