Anoche, más de 25.000 voces de jóvenes y familias enteras, ocurrió algo difícil de explicar con palabras: una marea de fe, alegría y unidad que solo Dios puede suscitar.
Ver a miles de corazones cantando al unísono, padres e hijos, jóvenes y mayores, cuidándose unos a otros, de rodillas en algunas canciones, fue contemplar cómo la gracia avanza, cómo el Espíritu prende fuego en esta generación.

Tuve también la suerte de abrazar a referentes que me inspiran: Pablo Garna, testimonio vivo de quien lo deja todo para ganar lo esencial, y las hermanas carmelitas samaritanas con madre Olga al frente, un signo luminoso de entrega total. Fue igualmente impresionante ver al padre José Pedro Manglano, “Josepe”, caminar como uno más, saludando a todos con sencillez. La suerte inmensa de poder conoceros en persona a muchos de vosotros, que nos disteis un cariño enorme, con esa emoción sincera que nos da tanta fuerza. Todo gracia de Dios.

Y, en medio de todo esto, la alegría inmensa de compartirlo con mi hermana, con su familia y, de manera muy especial, con mi ahijada Casilda. Un regalo que me recuerda que la fe también se transmite en lo pequeño, en lo cercano, en la familia.

Y lo más grande: el regalo de estar los tres, el Equipo SAP, unidos en la felicidad, en la alegría y en la gloria a Dios. Porque juntos todo se vive distinto, y todo cobra aún más sentido.
Gracias por este día irrepetible. Gracias por este río de almas distintas pero unidas, cada una desde su carisma y forma, pero todas con un mismo corazón que late al ritmo de Dios. Todos forofos de todos.
Gracias Hakuna.
Os dejo un vídeo resumen: pincha aquí