Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Tres médicos. Un trasplantado.

“A veces la medicina no cura cuerpos: rescata almas. La mía la salvaron tres médicos que me miraron antes de medir mis cifras.”

Comparte este artículo

Tres médicos, tres huellas imborrables

A veces, la medicina no se mide en números, sino en almas.

Tres médicos marcaron mi vida. No solo porque me trataron, sino porque me miraron como persona cuando otros solo veían un diagnóstico.

Josep María Gil-Vernet, urólogo.
Cuando mi pronóstico era vivir un año, él decidió probar, arriesgar y aprender, y aquí sigo. Podía haber dicho “no”, y no habría sido malo. Pero dijo “sí”, y me dio la oportunidad de vivir. Tuve la suerte de poder entregarle en 2020 una carta que había escrito en 1993, casi treinta años después, para darle las gracias por su decisión, por su valentía y por su fe en la vida. A los pocos días de ese encuentro, murió. Y me quedó la certeza de que él también se fue sabiendo que había salvado una vida y que seguía agradeciendo cada amanecer.

Augusto Luque de Pablos, nefrólogo. 
Con él aprendí que la medicina también puede ser una escuela del alma. Entre creatinina y potasio hablábamos de historia, religión, ornitología… y de todo lo que hace grande a un ser humano. Era de esos médicos que te enseñan sin pretenderlo, que te curan con una conversación. Intentaba mantenernos en infantil todo el tiempo posible. No era lo más fácil para él, pero sí lo mejor para nosotros.
Yo estuve allí hasta los 24 años. Él sabía que, más allá de los riñones, había niños aprendiendo a convivir con una enfermedad sin dejar de ser niños. Fue un maestro, un ejemplo, una de esas personas que dejan huella sin levantar la voz. De las que te hacen entender que la medicina es, ante todo, una forma de educar en esperanza.

Isaac Martínez, cirujano vascular.
Después de amputarme la pierna, nunca imaginé que acabaríamos siendo amigos. Ha peleado, y pelea, por salvarme la otra pierna cuando lo práctico habría sido rendirse, cortar y seguir con la siguiente consulta. Pero eligió quedarse, luchar, intentar. Y en el camino hemos hablado de lo humano y lo divino, de la vida y de la muerte. A veces creo que hemos compartido el dolor de dos formas distintas sobre el mismo cuerpo. También nos hemos reído, desahogado, y hasta hemos dado clase juntos. Porque cuando se cruzan el coraje del médico y la fe del paciente, nace una amistad que solo entiende quien ha pasado por un quirófano con el alma abierta.

Podría nombrar a muchos más. Por encima de todos a mi padre que es ejemplo de pasión y búsqueda de la excelencia en la medicina, pero ya vendrá su homenaje. Porque, salvo contadas excepciones, todos los médicos y sanitarios que me han acompañado han sido maravillosos. Pero si tuviera que resumir en tres nombres lo que significa la vocación médica, serían ellos.

Ellos tres son mi prueba de que la medicina es una llamada, una entrega total, una forma de amar la vida de los demás incluso cuando duele. Porque detrás de cada cifra de creatinina hay noches sin dormir. Detrás de cada quirófano hay corazones que también se rompen. Y detrás de cada paciente hay un médico que lucha, sufre y ama en silencio.

Ojalá nunca se les olvide por qué empezaron. Porque para nosotros, los pacientes, su consulta número 70 de la semana es nuestra primera y única. Y muchas veces, no la olvidamos jamás.

Gracias de corazón a todos los sanitarios que viven su vocación con alma. Gracias por no rendirse. Gracias por mirar.

Suscribete a nuestro boletín

para que no te pierdas nada de untrasplantado.com

Más para ver

Experiencias

Cerro de los Ángeles. Un trasplantado.

“A veces se me olvida la suerte que tengo: sigo vivo gracias a una fe que mis padres sostuvieron cuando yo apenas podía respirar. Volver al Cerro es volver a la raíz que me levantó cuando todo parecía perdido.”

Experiencias

Abrazar la Cruz. Un trasplantado.

“Dejé de arrastrar mi cruz como un fardo impuesto y, al abrazarla, descubrí que allí me esperabas Tú: transformando mi dolor en camino, mi fragilidad en sabiduría y cada tormenta en un ‘todo era para bien’.”

Mi primer libro, “Diario de un trasplantado”.

En el cuento algunas de las cosas que a mí, como enfermo crónico y como sanitario, me ayudan a llevar mi enfermedad y sus consecuencias y a la vez intentar alcanzar la felicidad. Ya podéis comprarlo en el siguiente enlace:

Descubre más desde Un Trasplantado

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo