El 11 de febrero se celebra el Día del Enfermo, instaurado por San Juan Pablo II diez años antes de detectarle el Párkinson. Tenía mucha inquietud por el cuidado del enfermo y no sólo en lo físico.
La pastoral de la salud de la Iglesia, es una de sus realidades más desconocidas entre todas las que hace. En ella cientos de personas, laicos, personas consagradas y sacerdotes dedican un tiempo parcial o completo de su vida a acompañar a personas en momentos muy difíciles. Por ser los últimos instantes de la vida o bien por el sufrimiento que acompaña a esos momentos de la existencia humana o ambas en muchos casos.
Puede ser a pie de campo, o de cama mejor dicho, como muchos voluntarios laicos de todas las edades, como los seminaristas, que es parte de su formación y cómo cientos de sacerdotes, entre los que destacó al Padre Iñaki Gallego al que me precio conocer. Siempre entra en la habitación como un soplo de aire fresco, con una sonrisa salvadora y siempre con la palabra sanadora y lo mejor, de sol a sol.
También entran a pie de cama miles de profesionales sanitarios médicos, personal de enfermería, fisioterapeutas, auxiliares, personal de limpieza, etc. un montón de personas que hacen de ayudar a los demás y del amor su forma de vida diaria.
Puede ser desde los medios, dando a conocer esta realidad de la Iglesia. Programas que escuchamos un rato en la Cope, Trece, Radio María, etc. pero que llevan detrás cientos de horas de trabajo en equipo y que en mi caso, por ejemplo, me acompaña y alegra algunas horas de diálisis al conectarme justo a la hora que comienza la linterna de la Iglesia. En este caso hablo de Irene del Pozo a quien después de muchas horas escuchándola y viéndola he tenido el placer de conocer esta semana.
O puede ser desde un cargo como delegado episcopal de pastoral de la salud, el Padre José Luis Mendez, médico y sacerdote, a quien también tengo la suerte de conocer y con quien he podido charlar con intensidad de la enfermedad en sus días en la Parroquia de Las Tablas. Y que por encima de su cargo, hay una persona genial, cercana y enorme (más por dentro, que por fuera).
Todos ellos sanan más de lo que piensan, ya que las enfermedades no son sólo del cuerpo, también del alma; acompañan más de lo que imaginan y a muchas personas les sacan de su soledad al ser sus únicas visitas. Aligeran la carga de la Cruz y engrandecen la fuerza del alma en esos momentos de dolor en los que tan necesitados estamos, pero en los que tanto crecemos. Como muestra Col. 1, 24, donde dice: “Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia.”
Por todo ello, gracias de corazón a todos por vuestro trabajo y cariño.
Y como diría san Juan Pablo II: “no tengáis miedo, el amor vence siempre”
Pongo el artículo hoy y no mañana para invitaros a ver el programa Ecclesia a las 13 horas en Trece donde tendré el honor de estar. Podéis ver cómo el vídeo (entre minutos 25 y 50): ver vídeo