El otro día hablaba con un sobrino y me hizo una pregunta muy interesante, profunda y con miga:
¿Cómo estás contigo mismo? Así, en frío y sin anestesia.
Le contesté rápido porque, gracias a Dios, es una pregunta que tengo la respuesta muy clara.
Con paz absoluta, le dije. La enfermedad, como la poda de un árbol, te ayuda a quedarte con lo imprescindible para ser feliz. Que siempre es menos de lo que pensamos
A lo que me respondió con otra pregunta igual de buena: “ ¿Qué es imprescindible para ti?”
También lo tengo claro. Son tres pilares fundamentales: cabeza, corazón y cuerpo.
Cabeza son retos e ilusiones, pensar que nos hace bien o mal y saber soltar lastre de lo que no nos hace sumar o crecer.
El corazón/alma es cuidar la parte espiritual que como seres humanos tenemos antropológicamente y saber poner la fuerza de nuestros anhelos en cosas y personas que nos hagan bien y crecer. Saber agradecer más lo que tenemos, que desgastarnos en lo que nos falta. Por ejemplo en mi caso Sara y Amelia, poder vivir en un país con una sanidad que me mantiene vivo, mis trabajos que son pasiones para mi…
Y cuerpo, en mi caso mantenerme vivo cada día otro día y hacer algo de ejercicio y no dañorlo.
Y para soltar lastre, que fue la tercera pregunta, hay una figura ignaciana que me encanta que es el discernimiento
Todos hemos tenido alguna persona, que ha sido difícil por tenerle mucho cariño, pero de la que ha sido mejor distanciarse porque no nos hacía bien. Soltar lastre es duro porque es desprenderse, pero a veces es mejor. Un ejemplo, a mí me costó muchísimo emocionalmente amputarme la pierna, en cuanto lo vio amelia, con dos años y un mes me dijo: “papá, no está pie, no está pupa y se puso a aplaudir.” y ahí empezó mi superación psicológica. En lugar de ser un problema vivir sin pierna, era un alivio por haber eliminado el dolor en esa pierna.
Os comparto esto porque a veces nos perdemos la esencia de la vida por problemas que no lo son o son secundarios.
Hagamos una foto amplia, con perspectiva, de nuestra vida y veremos que somos tipos con mucha suerte. Es importante tener sueños y anhelos, pero es dañino vivir anclado en lo que nos falta sin valorar lo mucho que tenemos. Cuidemos nuestra triada vital y seremos mucho más felices con mucho menos.