¡A Taurino! Un trasplantado.

"...tocará despedirte con honores, como el gran héroe que eres y serás siempre para mí y habrá que volver a remar duro..."

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«…tocará despedirte con honores, como el gran héroe que eres y serás siempre para mí y habrá que volver a remar duro…»

A Taurino (así llamo a mi riñón trasplantado): 

Dentro de nada, el 5 de septiembre 2019, hará 15 años que llevamos juntos. Unos años, en los que has sido testigo de muchos de los sucesos más importantes de mi vida, el inicio y despegue de mi carrera profesional, mi historia de amor con Sara y nuestra boda y nuestro mayor regalo, Amelia.

En la sala de espera, aguardando la entrada en quirófano y la entrada a que me pusieran a Taurino (5 de septiembre de 2004)

Hemos hecho viajes, algunos tan maravillosos como los que hice por África, uno de los sueños de mi vida cumplidos, por Asia, por Centroamérica y todos ellos muy bien acompañado por ti.

Y mil vivencias varias con amigos, familia, unos más tranquilos, otros menos, charlas largas, arreglar el mundo aunque siga igual, estudiar (2 masters y un doctorado y empezar humanidades en este periodo), hacer deporte, poder tomarnos un aperitivo tonto sin mirar el reloj, ni si he bebido mucho o poco líquido, ya no había que contarlo, era libre, juntos ganábamos nuestra libertad y nos completábamos con la alegría que intento poner a la vida y al día a día y conseguimos unos años tan felices, con sus días obviamente, pero una época genial.

Mi madre y yo (ingreso junio 2019)

Y pasan los años, casi 15, y vas estando viejito, cansado, con poca fuerza. Y eso se nota en las cifras, no se cuánto tiempo más estaremos juntos, conviviremos en nuestras hazañas, la lógica dice que poco, que tocará despedirte con honores, como el gran héroe que eres y serás siempre para mí y habrá que volver a remar duro, sudando, pasándolo mal, sufriendo, pero siempre fuerte de ánimo, siempre acompañado de Sara y Amelia, mis padres y hermanos, y el resto de familia y amigos, y todos me volverán a llevar en volandas hasta el 4º trasplante. Que generosa es la vida o Dios, que me quita tanto, por un lado, pero me regala con creces por muchos, sobre todo en personas especiales, en valorar los pequeños detalles, a veces un apretón de manos en la camilla ayuda más que mil regalos o mil planes. 

Como siempre seguiremos recordando y dando gracias a tu familia, Taurino, que en un momento tan duro, tuvo la gallardía y fuerza de donar órganos y regalar vida altruistamente, a mí me han regalado 15 años de felicidad absoluta, de no tener un problema durante al menos 13 de ellos y poder vivir en libertad.

Sara y yo (ingreso agosto 2018)

Pero ahora, ya que quiero hacerte un homenaje en vida por toda tu trayectoria -me gusta más que un homenaje póstumo- que también te haré cientos, por ejemplo, uno cada día que vaya a diálisis. Que suerte con tu llegada, después de 4 años sin hacer pis, poder hacerlo normalmente, poder beber un vaso de agua sin cargo de conciencia, ni encontrarme mal, poder ir a cenar sin mirar si algo puedo o no (aunque ahora me ha salido una intolerancia a los cereales y tengo que volver a hacerlo), poder hacer deporte, trabajar y hacer todo con normalidad. Has sido un regalo para mi familia y amigos, que dejó de verme sufrir y para ellos también fue un alivio y quitarse un peso de encima. Imagino que alguno estará ya preparándose los aperos para tirar del carro con la fuerza que siempre lo hacen, por ejemplo, mis padrinos, y algún otro.

Visita de Amelia y Sara (ingreso junio 2019)

Y esto, no significa lo contrario de lo otro. Es decir, si antes era una época genial y alegre, ahora debe seguir siéndolo, cada día sin una sonrisa real, es un día perdido. Aunque muchos fantasmas llaman para pasar, miedos de la incertidumbre acechan, pero son combatidos rápido, por la fuerza que da mi familia, que me dan, Sara -que siempre es capaz de amar y entregarse más de lo que pensaba que se podía y siempre con una sonrisa especial y una fuerza única y ejemplar- y el regalo de Amelia, que siempre tiene la caricia perfecta en el momento adecuado a pesar de tener 7 meses, son dos regalos Divinos. Una cosa son las circunstancias de la vida, por ejemplo, la diálisis, pero otra muy distinta como lo afrontamos y ahí yo tengo claro. A veces podemos caer en la desesperanza y el hastío, pero recuerdo estas palabras: “y completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne” (Col 1,24) y pasó a sentirme privilegiado, reconfortado, feliz, lleno de gracia y hago mía la frase “La locura de la Cruz es convertir el sufrimiento en grito de amor a Dios” (Benedicto XVI).

Así que me toca volver a vestirme de luces, saltar al ruedo, lucirme con el capote y alguna floritura con las banderillas, para acabar reventando la plaza con la muleta y salir por la puerta grande con mi 4º trasplante.

Toca esperar con esperanza. ¡Gracias Taurino!

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