Unos dicen que el dinero da la felicidad. Otros que la alegría dura poco en casa del pobre. Yo no sé si soy rico, pobre o mediopensionista, que se decía antes.
Hace dos semanas, como si fuera rico, siguiendo el símil, me daban una maravillosa noticia como os conté en un post. Después de mentalizarme de que iba a perder la pierna por los síntomas que tenía, el Dr. Martínez, me daba la buena noticia de que podía salvar la pierna. Sería mediante una fuerte cirugía o dos, pero tenía dos opciones antes de la amputación.
En mi línea de hacer las cosas emocionantes, maldita sea la hora, esta semana me tocaba ser pobre. El viernes 22 me hicieron una artereografía. Con un contraste ven el recorrido y estado de mis arterias. Además, me hicieron una resonancia para ver cómo estaba la zona. Y esta semana me llamaban. La noticia era que dado el estado de mis vasos y el nivel de fibrosis (exceso de tejido conectivo debido a las cirugías) de la zona han descartado la cirugía.
Van a estudiar opciones, una de ellas es, si me pudieran hacer un 4º trasplante, aprovechar el acto quirúrgico para hacer las dos cosas. Pero, en teoría, un trasplante no es lo más cercano, por la dificultad inmunológica y porque aún no estoy en lista de espera. El resto de opciones me dirán en septiembre.
Nada está perdido, nada está ganado. Pero después de la alegría de la buena nueva, de la ilusión de poder salvar la pierna, vuelve la incertidumbre, vil ella, que tanto nos cuesta dominar, para inquietar nuestros días. Y por muchas cuentas que hagamos, las cosas serán como toque.
Otra vez toca luchar contra el desaliento, afrontar el miedo, crear esperanza donde no la hay y como hace Amelia, conmigo, tener confianza ciega en su padre. Es decir, tener confianza en el Padre, en que Dios me dará la fuerza y que vuestras oraciones, cientos de ellas que me llegan cada semana, nos darán el aliento para seguir adelante con fuerza renovada. Toca creer en los avances de la ciencia y en la destreza de los cirujanos y que todo será para bien. Sobre todo, porque sea lo que sea, nada podemos hacer en ello. Sólo asumir, aceptar, ofrecer e intentar crecer con ello.
«No hay que agobiarse con lo que suceda mañana o en un futuro próximo, pues ya es bastante con afrontar las dificultades de cada día» Mt. 6, 34
Las cosas deben fluir como son, como debe ser; somos nosotros los que debemos adaptarnos y saber confiar y dejarnos hacer como el agua en su discurrir por el mundo. Lejos de nuestro alcance está influir sobre el pasado, nada sabemos del desconocido futuro, así que nos toca actuar donde podemos, en el presente. Y como lo que tenga que venir, vendrá, con sus caprichos y a su manera, yo hago lo único que puedo, decidir cómo afrontarlo. Y lo afronto con ganas de ser feliz. Eso no significa que todo sea maravilloso, mágico y a mi manera, sino que incluso en la mayor de las desgracias, intento salir adelante como la flor que sale entre rocas. Con vitalidad, alegría y agradecimiento.
Como diría mi querido Pilun (P. Javier Ilundain), «agobios por adelantado, ni uno». Y como diría la Santa Madre Maravillas «lo que Dios quiera, cuando Dios quiera y como Dios quiero»
Gracias de antemano por vuestro cariño, oraciones y buenos deseos.
Muy feliz verano a todos.