El mejor regalo de nuestras vidas
Ser padre es renacer. Es descubrir que el amor más grande no es el que espera, sino el que se entrega sin medida. Desde que Amelia llegó, mi vida cambió para siempre.

Sara y yo siempre hemos sido un equipo, pero ahora lo somos más que nunca, el Equipo SAP. Amelia nos une, nos enseña, nos reta. Nos obliga a crecer, a mejorar, a no rendirnos. Hay días en los que el cuerpo duele, en los que el cansancio pesa, en los que todo se hace cuesta arriba… y ahí están ellas. Con su amor, con su luz, con su forma de recordarme que siempre hay un motivo para seguir.

Mi padre me enseñó con su ejemplo que ser papá es estar presente, es amar sin condiciones, es darlo todo sin esperar nada a cambio. Hoy entiendo aún más su entrega y su amor, porque ser padre no es solo criar, es formar, acompañar, sostener incluso cuando las fuerzas flaquean.

Pero antes que padres, todos somos hijos. Y qué regalo más grande saber que somos hijos de un Padre que nunca nos abandona, que nos guía, que nos sostiene cuando flaqueamos. Dios nos da cada día la oportunidad de amar como Él nos ama, y en la paternidad, descubro un reflejo de ese amor infinito.
Gracias, Sara, por ir a mi lado en esta aventura, por tu amor inagotable, por tu fuerza y ternura. Gracias, Amelia, por enseñarme a ver la vida con asombro, por hacerme querer ser el mejor ejemplo para ti. Gracias a las dos por hacer realidad el sueño más grande de mi vida, tener una familia como la que tenemos.
Ser padre es un desafío, pero sobre todo, es un milagro. Y no hay día en que no le dé gracias a Dios por este regalo.
¡Feliz Día del Padre a todos los que aman con todo el corazón!