Hoy no estoy bien.
No he dormido, el dolor no me ha dado tregua y el día está tan gris por fuera como por dentro. Podría quedarme ahí, en lo que pesa, en lo que duele, en lo que falta… pero no me haría ningún bien.
Así que miro alrededor. Y veo que, a pesar de todo, he podido.
– He podido levantarme y desayunar con Sara y Amelia, con la ternura de las primeras palabras del día.
– He podido ir a la universidad y dar clase, compartir lo que sé, aunque por dentro el cuerpo pidiera tregua.
– Y esta tarde voy a pasar la tarde con Amelia, sin prisas, disfrutando su forma de descubrir el mundo.
Y entonces lo entiendo: la vida no es como viene, es como la afrontamos.
No se trata de negar la realidad, de hacer como si no pasara nada. Se trata de decidir qué peso le damos a cada cosa. El dolor está, pero también el amor. El cansancio está, pero también los momentos que llenan el alma.
No siempre podemos elegir lo que nos toca vivir, pero siempre podemos elegir cómo mirarlo. Hoy, elijo mirar con gratitud. Porque “la vida no es como viene, es como la afrontamos”.
Y tú, ¿con qué mirada vas a afrontar tu día?