Hoy es el día de la Candelaria, hoy es 2 de febrero. Hoy es el aniversario de mi amputación. Hoy Blas, mi muñón, cumple dos años. Que decir de este tiempo…
Fue un previo muy duro, a nivel de emocional, como casi siempre, por los miedos infundados y la incertidumbre. ¿Cómo será? ¿Qué podré? ¿Cuánto dolerá? Incluso, ¿cómo será la aceptación por parte de la sociedad? Fueron meses previos muy duros por el dolor. Un dolor que no me dejaba descansar, que no me dejaba disfrutar, que me aislaba porque no me apetecía poco hacer nada.
Y llegó el día. Y lloré, lloré abrazado a mi muñón en la mesa de quirófano en nuestro primer contacto y en la soledad de la habitación, otra vez agarrado a Blas, con lágrimas que fluían sin límite de mis ojos. Nos conjuramos, hicimos un pacto: vamos a por todas juntos.
Y con sus momentos duros, durísimos, para mi fue la situación más cruel y difícil de mi vida, es un terremoto increíble de sensaciones de cuerpo y alma, es muy doloroso no verse entero, es muy duro ser dependiente, es muy dura ante tanto dolor la actitud de parte de la sociedad, pequeña, gracias a Dios. Pero fue creciendo la fuerza, el amor que me daban cada día Sara y Amelia, mi Equipo SAP, el ver que iba mejorando, que iba siendo capaz de hacer cosas y más adelante, un día clave, nunca olvidaré los primeros pasos.
Un momento de una emoción indescriptible, con un nudo en la garganta del dolor del muñón al apoyar, con el miedo de lo nuevo y la emoción ilimitada de dar el primer paso, me puse la prótesis y no había quien me parara. Aún miro con emoción el vídeo de mis primeros pasos. Como me memorable fue la cara y la emoción de Amelia al ver por primera vez mi prótesis.
Gané independencia al poder caminar, mucha al poder conducir y sobre todo la independencia, de despacio con el paso de los días ir haciendo las paces con mi realidad y aprender a quererme como soy y abrazando y queriendo mi Cruz, deseando mi vida como es. Queriéndome y queriendo mi vida todo se puso cuesta abajo, todos los factores ayudaron a ir superando algo este proceso, ya que creo que nunca se supera del todo. Aún hoy, hay días que me duele mirar la pierna. Son momentos efímeros, pero son.
Y esa fuerza y esas ganas, me llevaron a hacer casi más cosas en los siguientes seis meses, que en los últimos años. También miro con emoción ese vídeo de hazañas.
Y ahora, cómo un ciclo paralelo en dolor, aunque ya superado, pero, con hasta ahora mejor final, la pierna izquierda, como si sintiera envidia de la derecha sigue su camino. Dos operaciones, una un bypass aortofemoral y la otra una angioplastia con balón, en tres meses, no han curado el problema, pero esperemos que pase un tiempo en que los avances lo consigan. Reconozco que estoy preparado para todo, pero no lo deseo.
Pero hoy no es su día, aunque el dolor y mi herida lo mantenga en mi cabeza.
Hoy es el día de agradecer a todo el personal sanitario y no sanitario del hospital el cariño que me dieron. A Sara y Amelia, todo lo que diga es poco para un regalo tan grande del cielo. Mis padres, familia y amigos que tanto me han cuidado y me cuidan. Como un grupo, los mendas, que hasta me llevaron a una carrera para recordar a Javier, un gran amigo que desde el cielo nos cuida más que nunca. A todos mis pacientes que han tenido la paciencia de aguantar muchas ausencias, 29 meses de baja en los últimos 48 meses. A la Universidad Francisco de Vitoria por la confianza de darme tanto cariño a pesar de mis faltas y a muchas de sus personas en concreto. A todos los que me habéis llamado para daros una conferencia, leéis mi libro o leéis y veis en el blog, instagram y YouTube.
A todos los que rezáis y tenéis buenos deseos y como no, a Dios y a la Virgen María, por haberme ayudado a aprender, a crecer, aceptar, asumir y a amar mi Cruz en unos de los momentos más duros mi vida, que mas me han desestabilizadlo y a la vez, que más me han construido y hecho crecer. Fue con “Madre, Ven” donde di mis primeros pasos sin muletas.
Por todo ello, como decía Benedicto XVI, “El cristiano auténtico nunca está triste, aun cuando tenga que afrontar pruebas de distinto tipo, porque la presencia de Jesús es el secreto de su gozo y de su paz.”. Le dijo la Virgen de Guadalupe al niño Juan Diego, “¿acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?”. ¿Qué puede salir mal? Me despido diciendo más alto que nunca, ¡soy un tipo con suerte! ¡Gracias! Gracias a Blas y las lecciones de la vida por estos dos años.