El alpinismo de la vida. Un trasplantado.

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“[…] La enfermedad crónica es una vida distinta y de lucha constante. Tiene épocas geniales, yo acabo de estar 15 años trasplantado maravillosos. Pero hay otras peores. Ahora estoy (y muchos estáis) en una época de “invierno” oscuro, frío y duro. Pero no tardando, llegará la primavera, hay que tener paciencia y con calma, tesón y constancia, seguir luchando con ánimo y esperando con esperanza y Fe. […]”

La vida es como subir una montaña muy alta. Recuerdo de pequeño subiendo a la “Mujer Muerta” (“Las Navillas”, Navas de Riofrío, Segovia), lo duro que se hacía la subida. Dadas mis condiciones físicas por la enfermedad, que aunque llevaba una vida “normalizada”, e intentaba hacer al menos lo mismo que los demás, nunca han sido las ideales para subir montañas.

La Mujer Muerta desde “Las Navillas”, Navas de Riofrío (Segovia)

Se me hacía eterno, siempre me arrepentía de haberme metido en esa aventura, juraba que no volvería, pero era llegar arriba, a la cima, ver las vistas, tomar aire… y darme cuenta de que todo el esfuerzo, sufrimiento, lucha, enfado conmigo mismo, todo, era nada al lado de lo que tenía en ese momento. Toda la lucha había sido poca al lado del premio obtenido con las vistas, la alegría por la superación, la tenacidad, por el logro conseguido, etc.

Vistas de Castilla desde la cima de la Mujer Muerta

Lo mismo pasa con la enfermedad crónica. Hay días que te dan ganas de tirar la toalla, que estás harto de dolores, diálisis, recaídas, no ver nada claro, ni la luz al final del túnel, quieres dejar de molestar y condicionar a los que quieres -aunque ellos dicen que no es así- y ves que no siempre eres capaz. Eso, es duro, muy duro. Y más asiduo de lo deseado.

Pero muchas otras, la mayoría, aguantas, haces de tripas corazón, miras hacia delante con fuerza. Como decía Wally Perrales a Fievel en “Fievel va al oeste”: “mira Fievel, yo no sé qué hay detrás de esas montañas, pero si cabalgas con la mirada fija, la cabeza alta y el corazón dispuesto, algún día llegarás a ser el héroe que siempre has deseado”.

Fievel con la estrella de Sheriff que le dió Wally Perrales.

Ese consejo de Wally Perrales -yo me aprendí esta frase gracias a mi hermano Alberto-, es el que debemos aplicarnos, es difícil, pero posible. Estamos en una carrera de fondo y no la gana el que va rápido, sino el que es constante y que a pesar de las recaídas, inevitables, se vuelve a levantar y de esa forma llega al final, antes o después, pero llega.

La enfermedad crónica es una vida distinta y de lucha constante. Tiene épocas geniales, yo acabo de estar 15 maravillosos años trasplantado. Pero hay otras peores y son agotadoras física y mentalmente. Ahora estoy (y muchos estáis) en una época de “invierno” oscuro, frío y duro, el invierno de la diálisis. Pero no tardando, llegará la primavera, hay que tener paciencia y con calma, tesón y constancia, seguir luchando con ánimo y esperando con esperanza y fe. Lo bueno siempre vuelve y lo malo nos prepara para saber disfrutarlo de verdad y con intensidad, en todo su esplendor.

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