La sonrisa. Un trasplantado.

“después de pensar esto con calma, concluir que una sonrisa es el fruto de un trabajo interno de búsqueda de paz. No necesitamos estar en el mejor momento de nuestra vida para sonreír, necesitamos actitud o disposición de mente y sobre todo del corazón.” La sonrisa. Un trasplantado.

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Quien no ha admirado, soñado, imaginado o añorado una sonrisa.

Dependiendo del tipo de risa y de la intensidad de la misma, se utilizan entre 12 y 17 músculos. Siendo los principales el cigomático mayor y el menor, el orbicular de los ojos, el elevador del ángulo de la boca, el del labio superior y el risorio. Y entre sus beneficios tiene que el cerebro libere adrenalina, endorfinas, serotonina y dopamina. Todas beneficiosas para disminuir el dolor físico y emocional. Es un canal magnífico de comunicación y ayuda a la relajación muscular.

Un día, me levanté por la mañana y analicé mi vida. Y vi que era un desgraciado. Toda la vida enfermo, con un montón de operaciones, renunciando a un montón de cosas, sufriendo cosas injustificadas, cebándose la vida conmigo, ahora sin una pierna, la otra con el cartel de temporal y, cuando escribí esto, con un tumor pendiente de cirugía sin saber su final..

Y en ese momento se hizo un cortocircuito en mi mente, sonaron mil alarmas, saltaron chispas en todas direcciones, mi corazón se aceleró de queja y volví a pensar. Es más, «despensé» lo pensado para empezar de cero y repensar de verdad.

Para, después de pensar esto con calma, concluir que una sonrisa es el fruto de un trabajo interno de búsqueda de paz. No necesitamos estar en el mejor momento de nuestra vida para sonreír, necesitamos actitud o disposición de mente y sobre todo del corazón.

He tenido la suerte de tener un padre médico al que no le gustó que bebiera un biberón de agua con 6 meses y gracias a eso y su tenacidad, unido a la oración de mi madre, me pudieron operar y lo que era una muerte segura, se convirtió en una victoria familiar que me permitió seguir adelante. Y luego vinieron los tres trasplantes, que en un acto de generosidad infinito, por no decir el mayor que hay, dar vida una persona tras su muerte y sin saber a quien, me han regalado 22 años de mi vida y más de 8 la diálisis. Otra vez el esfuerzo y generosidad de otros me permitía seguir adelante. Y llegó uno de los puntos más duros, la amputación, fruto de haber podido tener acceso durante toda mi vida a una medicación que aunque me mantiene vivo, tiene unos efectos secundarios. Y gracias a que me ha pasado en este momento de la historia, tengo una prótesis maravillosa, que encima puedo pagarla, que me permite hacer casi la misma vida que antes, pero sin dolor. Y para rematar me encuentran un tumor y soy tan afortunado, que quedo en extirpar a Taurino, el riñón trasplantado. Y la segunda pierna, cuando su destino y mi petición por el dolor era amputar, vuelvo a dar con otro médico que en lugar de hacer lo lógico y cómodo, que era amputar, se arriesga a hacerme dos cirugías gordas para intentar mantenerla. El tiempo dirá.

Y encima, dichoso de mi, Dios me da un tesoro, a Sara, y después nos llegó un regalo maravilloso, Amelia, y juntos firmamos el Equipo SAP. La fuerza de mi vida, lo mejor que tengo sin duda y mi motivación para cada cosa que hago. Las quiero y admiro cada día más. Sobre todo Sara, que es la heroína, Rea que es la única que puede elegir y chino he dicho muchas veces, elige y suerte desde la entrega y el amor.

Y así podría seguir con todas las aventuras o sucesos de mi vida. He contado la misma cosa en los dos párrafos. ¿El cambio? Una mirada cómplice y con sonrisa retadora a mí mismo en el espejo. El punto de inflexión entre la depresión y la superación; entre el sufrimiento gratuito o el crecimiento personal; entre sufrir las cosas o hacer que las cosas me multipliquen y acerquen a la mejor versión de mí mismo; entre la desconfianza y la falta de esperanza o la fe ciega en el amor y la fuerza de Dios.

Por eso, hace años que digo que “un día sin sonrisa (sincera) es un día perdido”. Y cuando uno asume su realidad, da igual que sea rico o pobre, sano o enfermo, tranquilo o nerviosos, etc. que la capacidad de sonreír será mayor.

Cualquier día tiene una causa para sonreír, una razón para dar gracias y verlo y hacerle caso nos hará la vida más fácil, nos permitirá ser felices independientemente de la vida que nos toque, nos dará la libertad de ser nosotros los que elegimos como vivimos la vida y no dejarnos arrastrar y simplemente intentar encajar lo mejor posible los golpes. Esa es la clave, ser los auténticos protagonistas de nuestras vidas. Ardua tarea hoy en día. Ese día podremos decir que somos la caraba.

Por eso, aunque sea sonora o silenciosa, esquiva o directa, tímida o sin tapujos, interna o para todos, de alegría, etc… sonreír, sonreír cada segundo, que tenemos mucho por lo que ser felices, por lo que dar gracias. Hasta el peor de nuestros días es fácil que con una sonrisa tenga un final inesperado, con una vuelta de tuerca de guión, que convierta el drama en comedia, la desdicha en alegría y la angustia en esperanza.

porque no olvidéis, ¡soy un tipo con suerte! ¡somos unos tipos con suerte!

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