Taburete. Un trasplantado

“nos centramos en nosotros, en dejar libres nuestros corazones que se unían en mil frases de tan deliciosas canciones, en miradas cómplices, en besos robados, en manos que se agarran” Y se hizo la luz. Un trasplantado

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En medio del océano de dolor, con olas grandes de cirugías, vientos de incertidumbre y un mar que no nos da tregua en medio este ciclón que es la vida, hemos aprendido a buscar esquicios por los que ver el sol.

Sol, que a veces sólo lo intuimos, incluso a veces pienso que lo vemos más en nuestra mente que en la realidad, pero eso también ayuda.

Hemos aprendido a sacar ratos constructivos, de tiempo rico y de calidad para los tres, para Amelia y para mi y, vitales, para Sara y para mi, para cuidar el matrimonio, para no descuidarlo ni un día. N o es fácil, haciéndome diálisis 6 días a la semana a las 21 y llegando de trabajar ambos entre las 20:30-21 y gustándonos estar los tres el fin de semana.

Con poca capacidad de improvisación, a veces encontramos momentos en los que la tormenta amaina, los vientos se calman, el agua cesa en su caída y sale un sol brillante que hace olvidar todo.

Ayer fue uno de esos momentos. Nos fuimos al concierto de taburete. Durante dos horas nos olvidamos de dolores, de diálisis, de trabajo, de todo; nos centramos en nosotros, en dejar libres nuestros corazones que se unían en mil frases de tan deliciosas canciones, en miradas cómplices, en besos robados, en manos que se agarran con el deseo enloquecido de dos enamorados, pero el sosiego del amor maduro que dan los años y la complicidad del crecimiento personal y de matrimonio que nos ha brindado la lucha de la enfermedad.

Fue como a las plantas que se las arregla y abona al principio de la primavera para que ganen fuerza, así nos pasó ayer. No es fácil olvidarse del dolor. Me cuesta aguantar de pie más de cinco minutos, no digamos saltar, pero ayer la vida o mi corazón en una enriquecedora confabulación con mi cerebro, me dieron una tregua y nos dejaron vivir una noche maravillosa,ganar fuerzas y energía para seguir adelante los próximos meses con fuerzas renovadas e ilusión desbordada y una sonrisa mágica en el rostro.

Somos afortunados por muchas cosas, pero sobre todo por saber ver cada día algo genial, por saber decir SI cada mañana a nosotros, para saber que el camino tiene curvas y cuestas, pero tiene la meta y el regalo de seguir juntos creciendo hasta el final de los días como matrimonio y como Equipo SAP. Qué suerte tengo de haber dado con alguien como Sara, que a sabiendas que entraba en un jardín complicado, sin dudarlo, a pesar de los seguros temores, avanzó por un camino que en muchas ocasiones fue más duro de lo imaginado.

Gracias a Dios por estos momentos. Os cuento muchas veces cosas geniales, otras no tanto y últimamente os hablo más de lo que me gustaría de mi dolor. Contar nuestras cosas es robarlas de nosotros para darlas a todos, pero siempre estáis pendientes con infinito cariño y cientos de oraciones y como las penas contadas se divididme y las alegrías compartidas se multiplican, no podíamos dejar de contaros esto a pesar de hacer de todos este momento tan nuestro.

Gracias Guillermo Bárcenas, gracias Antón Carreño, gracias a toda la banda de taburete por hacernos olvidarnos de las piedras del camino, dejarnos revivir y rejuvenecer en alegría infinita durante dos horas.

No puedo negar, ¡que soy un tipo con suerte!

Cómo dice una letra de una canción:

Me pierdo en laberintos sin tubo de escape
Resisto las palizas, roto y elegante
Y vamos a dar guerra hasta que el cuerpo aguante

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