No hay tregua. Un trasplantado.

“¿Cáncer? ¿No era bastante con 26 operaciones, 3 trasplantes de riñón perdidos, una amputación de una pierna, 8 años de mi vida en diálisis u de esos 2 con 9 horas al día?” No hay tregua. Vía @Untrasplantado.

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El otro día, 3 de diciembre, uno de esos bonitos y fríos días de invierno con cielo azul que se ve la sierra blanca desde el clínico, fui a una revisión. Tenía mucha ilusión, me habían hecho un TAC y la consulta era para ver si me trasplantaban.

Como os he contado alguna vez, a nivel inmunológico es muy complicado un cuarto trasplante. Añadido a eso la dificultad técnica por la cantidad de operaciones que me han hecho en la zona que incluso añaden un riesgo vital alto. Por eso ahora no estoy en lista de espera.

Me toca entrar, saludo al doctor, me saluda y rápidamente baja la mirada de nuevo a su ordenador y sus papeles. No me dice nada más. Hay gestos cambiantes. Pasan los minutos. Parecen horas.

Al final, me puede la impaciencia, le pregunto que pasa. Me dice que ha aparecido en Taurino, mi riñón trasplantado, una masa al lado de un quiste que tenía. No parece quiste y creen que puede ser algo malo.

No podía creerlo, ¿en serio? ¿no es suficiente lo que llevo? ¿De verdad me tenía que tocar a mi esto? ¿Una masa? ¿Un tumor? ¿Cáncer? ¿No era bastante con 26 operaciones, 3 trasplantes de riñón perdidos, una amputación de una pierna, 8 años de mi vida en diálisis y de esos 2 con 9 horas al día? No quería pensarlo, me parecía un chiste de mal gusto. Ni nueve meses de tregua.

Con frecuencia el sufrimiento debe excavar primero en nosotros la profundidad que después vendrá a llenar la alegría” José Tolentino Mendoça.

Así, como un terremoto, la noticia sacudió los cimientos de mi vida, la tranquilidad del Equipo SAP; como una ola desbocada y fuerte de sentimientos que azotan hasta la última célula de nuestros cuerpos; como la arena que vuela en la Playa de los Lances en días de levante y que se te clava con una mezcla disforme y de proporción cambiante de sentimientos de miedo, cansancio, hastío, negación, irá, resignación y en algunos momentos aceptación y paz.

Una vez más la vida nos recuerda que es finita, limitada la paz y pequeña la felicidad si no asumimos lo que viene, aceptamos nuestra cruz, se cual sea y con ella abrazada miramos al futuro con esperanza y fe.

La solución en principio parece no ser difícil. Sólo hay que operar, extirpar el riñón trasplantado y en teoría acaba esta negra historia y sin pérdida de función. Ya la perdí hace dos años. Han sido semanas horribles, de dudas, de incertidumbre, de zozobra, de duda…

Reflexionando un poco, nunca me he alegrado tanto de haber sido pesado hasta límites extremos. Apareció en un TAC, después de varios, por dar la monserga a todo el que pasaba por mi lado para que vieran de que forma podía trasplantarme. Después de varias visitas al urólogo, sin querer trasplantarme, a vasculares, para que valoren mis vasos y después de muchas pruebas… apareció. Dentro de la desgracia mejor tan pronto que cuando haya síntomas y a lo mejor sea tarde.

Y como siempre, de algo terrible, Amelia hizo algo genial con esa sensibilidad especial que tiene. Le faltaban 4 días para cumplir 3 años. Estaba sentado en el sillón, preocupado, triste, enfadado con la vida y se me acercó, se sentó a mi lado, me agarró una mano, me miró a los ojos con una ternura que traspasaba el alma y me dijo:

Papá, ¿estás enfermo?”

Y le dije: “todos los días Amelia, pero hoy un poco más y estoy muy cansado”

A lo que me contestó: “ven que te quito la pierna” y me la quitó dándome un abrazo y un beso que me devolvieron la alegría. Ese abrazo y beso era lo que necesitaba.

Además, quitarme la pierna es de las cosas que más me ayudan cuando estoy muy cansado, no sabía que era consciente de ello. Poco que añadir y mucho que aprender de esa capacidad de mirar profundamente, de favorecer el encuentro, de hacerme crecer cada día con cosas pequeñas en apariencia, pero inmensas bien analizadas. Es un regalo del cielo.

Avanzando en la historia, el otro día volví a consulta y me dijeron que en breve me operan para extirparlo. Doy gracias a Dios por ello a pesar del soponcio que hemos pasado estas semanas. Hay que estar preparado para todo. Y parece que es lo mejor.

La vida está llena de sucesos inesperados, no deseados, pero muchos inevitables. Eso no podemos cambiarlo. Pero si como los afrontamos, aceptamos y llevamos la mochila aunque sea pesada. A veces parece que no podemos mas, que estamos agotados de luchar, parece que la vida se ceba con nosotros, que es injusta, pero teniendo confianza y fe, vendrán fuerzas de donde no pensábamos que había. Contra spem in spe.

A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa: la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino”. Viktor Frankl.

La Navidad es sin duda el momento más mágico del año. A la vez el más melancólico. Por eso esperé a que pasaran estos días para contároslo. Quería vivir estos días con la mayor paz y alegría posible. Lo he conseguido, aunque ha habido muchos ratos en que he tenido un nudo en la garganta que casi me ahogaba. Aún así quería en estas fechas mágicas que han pasado hablar sólo de cosas buenas.

Aunque suene irónico, a pesar de la desgracia, por haberlo encontrado por causalidad, por tener una solución en apariencia sencilla y sin grandes repercusiones… puedo volver a decir que ¡soy un tipo con suerte!

Os dejo una canción que me encanta y que en estos momentos me ayuda mucho. Espero que os guste.

Me basta con saber que estás aquí
Encerrado en una urna de cristal
Volando a lomos de una nube gris
Caminando de nuevo sobre el mar

Me basta con saber que estás aquí
Aunque tardes un poco en regresar
Tú dijiste que habías de venir
Haz que no nos cansemos de esperar

Me basta con saber que estás aquí
Aunque no se te oiga respirar
Y ni siquiera el corazón latir
Me basta con tu nombre pronunciar

Me basta con saber que estás aquí
Preparándonos una eternidad
Aunque tengamos antes que morir
Para poder después resucitar

Me basta con saber que estás en mí
Y que nada nos puede separar
Ni la angustia, ni el hambre, ni el sufrir
Ni el peligro, la espada o la precariedad

Me basta con saber que estás aquí
Y que eres el principio y el final
Que te obedece el tiempo y el sol
Sale para Ti, que das orden al viento
Y deja de soplar

Me basta con saber que estás aquí
Y que pronto nos hemos de encontrar
Que nuestra travesía tiene un fin
Y Tú estás esperando en la orilla del mar

Me basta con poder decir que sí
Y darte mi permiso para entrar
Que tu palabra se haga carne en mí
Que se cumpla así en todo tu voluntad

Me basta si al morir puedo decir
Que todo se ha cumplido
Y exhalar el último suspiro
Inclinándome hacia Ti
Para rendir mi espíritu y luego volar

Me basta porque sé que así te basta a Ti
Me bastará aquel día poder escuchar
Que pronuncias mi nombre para bendecir
Y olvidas todo lo que pude hacer de mal

Me bastará

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