¿Por qué a mí no? Un trasplantado.

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Un buen amigo de mis padres, y mejor persona, Rodrigo, me contaba que cuando a Paco Fernández Ochoa le diagnosticaron cáncer, en la rueda de prensa que dio para contarlo, decía que el no se preguntaba ¿por qué a mi?, sino ¿por qué a mi no?.

Paco Fernández Ochoa festejando la medalla en los JJ.OO. de invierno de Sapporo en 1972.

Matiz pequeño, sutil, pero abismal a nivel psicológico. El oponernos a la realidad, no la va a hacer distinta; el mirar para otro lado, no va a cambiarla; el negar la evidencia, no va a mejorar las cosas; en cambio si que va a afectar a nuestra predisposición para aceptar y superar esa realidad.

Esto me recuerda a mi situación respecto a mi pierna. Su pérdida es un hecho, lo que falta es la fecha. No por demorarlo demasiado, va a cambiar esa realidad. Es duro, es una faena, es lo que menos me apetece, pero es una realidad. Empeñarme en lo contrario sería dar ventaja al sufrimiento, que empezaría el partido con varios goles a favor. Aceptar los hechos, llorarlos obviamente, pero luego mirar al futuro con ganas, con deseo de demostrar a la vida que por más vallas que me ponga, iré saltado una tras otra, con alegría, ilusión y sobre todo con una sonrisa. La sonrisa del que se sabe apoyado y con la certeza de que la felicidad no está en mi pie, sino en mi corazón y en la mente. Está mas en el amor que doy, que en los pasos que doy; en las sonrisas que provoco, que en los saltos que pego. Siendo muy importante el pie, no deja de ser parte del envoltorio, parte de lo superficial, que embellece y ayuda a lo profundo, que es la persona.

Porque al final de la vida contarán nuestros hechos y estos crecen, o decrecen, por nuestra actitud. Y ahí sacaré una nota cum laude como receptor y espero que no mala, como dador de alegría, de fuerza, de ánimo. Pero sobre todo me alegraré, y guardo en mi memoria, las veces que me habéis dicho que os ayudo, inspiro o empujo a seguir cada uno con sus cosas. Siempre he dicho que si mi padecer ayuda al menos a una persona, no habrá sido en vano, al revés, habrá sido bien empleado ese camino pedregoso y empinado de la mala salud.

Por eso, el plantearse los problemas como una queja, como una losa, como una derrota previa, no sólo no ayuda, sino que dificulta el salir de ese hoyo. En cambio, plantearse un espacio de esperanza e ilusión, hasta de oportunidad, cambia el curso de la enfermedad, de su asimilación y de su superación, Por eso me gustó tanto la anécdota y la hago mía. Pone palabras a una forma de afrontar los problemas que yo tengo desde hace mucho.

Mirar lo positivo, lo que si podemos, lo que nos es posible, nos llevará hacia la felicidad de una forma menos complicada, que ponernos trabas, aunque eso no nos elimine el dolor y el sufrimiento, la angustia y la queja. Pero la alegría y el amor pueden con todo.

El otro día me decía mi amigo Diego Moreno una frase genial: «La verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes» (Charles Dickens) y esos sois vosotros. Permitidme que me repita, pero a pesar de la buena actitud y predisposición de uno, nada es posible sólo; nada es posible sin los nuestros, nada somos de forma aislada. Por eso intento no dejar pasar una oportunidad para dar gracias a Dios por tanto como me da, aunque a veces me lo ponga difícil, y sobre todo, por el Equipo SAP, mi familia y amigos y todos los que me apoyáis y hacéis algo más sencillo este difícil camino.

¡Soy un tipo con suerte!

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