Hoy os quiero hablar de un tema que preocupa y mucho a los pacientes que tienen una enfermedad renal crónica (ERC) y se les acaba de diagnosticar y están algo perdidos con la dieta, ya que esta puede ayudar a retrasar o enlentecer la progresión de la enfermedad.
En las fases iniciales, la dieta tiene mucho cereal, fruta y verduras frescas. Como aporte de energía, parte esencial de nuestra dieta, están los hidratos de carbono y las grasas. Pero debemos tener cuidado, con las grasas no saturadas.
Lo que más choca y una de las cosas que a veces cuesta más en esta fase, es la disminución de ingesta de proteínas (carne huevos, lácteos, etc.) para mejorar la función renal, al hacer trabajar menos a los riñones.
La ingesta de líquidos, siempre estará mediatizada por la cantidad de orina que eliminemos y por la retención o no de líquidos. Aun así, es muy aconsejable disminuir la ingesta de sodio, es decir, las sales, ya que estas aumentan la necesidad de beber más líquido. La sal la tenemos sobre todo en productos elaborados como salchichas, ultraprocesados, congelados, etc. Nos pueden ayudar diferentes ingredientes que den sabor como especias, ingerir más productos frescos, hierbas aromáticas, etc.
Según avanza la enfermedad, tendremos que ir adaptándonos a ella y haciendo cambios en nuestra dieta. Normalmente disminuyendo aún más la ingesta de proteínas y líquidos. Así, como ajustar el líquido que bebemos a la producción de orina, debemos fijarnos si esta disminuye o no. Cuidar la ingesta de potasio, ya que este se acumula rápidamente en la sangre pudiendo provocar arritmias (verduras, lácteos, frutos secos, frutas, etc)
Todos estos consejos, son orientativos y por supuesto, sujetos a lo que diga el nefrólogo según la analítica de cada uno. Nunca cambiéis la dieta, medicación o pautas que os de vuestro especialista, por los consejos que os de ningún conocido. La salud está en juego y es el bien más preciado que tenemos.