Salir a ganar. Un trasplantado

“Me han dado el alta. Ya estoy en casa desde ayer descansando con el Equipo SAP, en mi sofá, durmiendo en mi cama, disfrutando de mi hogar.” Salir a ganar. Un trasplantado

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Me han dado el alta. Ya estoy en casa desde ayer descansando con el Equipo SAP, en mi sofá, durmiendo en mi cama, disfrutando de mi hogar.

Salir a ganar. Es lo ideal, pero no es fácil. En los últimos años siempre salíamos a perder, pero esta vez no, como me recordó Sara paseando por la planta de vascular del hospital clínico. Me dijo: “es la primera vez que vas a quirófano para ganar, con un fin positivo”. Y es que entre pequeñas, medianas y gordas, me han operado 10 veces en los últimos 5 años. Y todas eran para amputar, quitar un tumor, poner un catéter, etc.

Nunca lo había pensado. Había un problema, lo veían y me mentalizaba para ir a quirófano a quitarlo. Pero nunca había hecho un análisis tan fino e inteligente. Esta vez íbamos a ver si salvábamos la pierna. La balanza estaba en cortar. Fui a quirófano, un cirugía grave y arriesgada, horas en la uci, primeras valoraciones, avanzan las horas y a la vista empiezan a saltar síntomas del éxito de la cirugía. Cambio de color, de oscuro a rojo, menos dolor, menos acorchamiento, etc. habíamos arriesgado, y habíamos ganado. Era la primera cirugía que salía mejor que al entrar. Salimos a ganar y triunfamos.

Fueron momentos especiales, de incertidumbre y cierto miedo. Camino de la uci y bajando la mano lentamente por la camilla, no sabía si había pierna, una de las opciones era perderla. Y estaba. Y subí hacia la zona lógica de dolor por la cirugía y ahí estaban las gasas de la cicatriz y al volver la mano, note otra cicatriz no esperada. En lugar de una enorme, habían hecho dos medianas. 45 grapas sumando ambas.

Recuerdo en la UCI, sedado, entre vías, tubos, claves del electrocardiograma, medicación, unos que entrar y otros salen, unos, cirujanos, tocan la herida y callan, otros, estudiantes, piensan rápido y miran con interés mientras esperan a que hable el galeno experto. En ese cruce de miradas me hallaba yo. Entre los despistes de la sedación, lo que me perdía por mi falta de conocimiento y lo que intuía por lo que me habían contado y lo que había notado al bajar la mano.

Y el médico habló. Me miró con firmeza y fijeza a mis ojos nerviosos y sin quitar la mano de mi pulso femoral, con paz, pero con cara de triunfo dijo: “ha salido bien, Pablo

La cirugía había ido bien, había sido un éxito. Lo mejor está hecho, lo más difícil lo hemos solventado. Y las pruebas hemodinámicas, para ver si había más flujo de sangre lo corroboraban.

Aún queda mucho camino para estar bien y algunas horas de dolor, muchas curas, mucho por trabajar, muchos kilómetros que andar, buscar la excelencia del pie. En definitiva, ora et labora, decía aquel. Trabajar por mi pierna y rezar por mas avances. Hace 1 mes era clara la amputación, hoy festejamos poder caminar con ella. Y sin dolor. Desde antes de la pandemia no acaba sin un dolor infernal.

Que maravilla estos momentos en que transformamos el nudo en la garganta, que atrapa al corazón, del final no deseado y visto en el horizonte, que sale en forma de lágrimas que duelen, por lagrimas dulces de alegría, de exaltación, de no saber cómo dar gracias a Dios por retirar en el último segundo la desgracia ya asumida y casi hecha realidad, por la nueva oportunidad de mantener la pierna, de poder pasear, conducir y llevar a Amelia al cole, en definitiva, de por una vez en años, entrar a quirófano con el nervio lógico y salir con alegría del triunfo y dar la vuelta a la desgracia para que sea gozo.

Ahora queda ver los próximos pasos. Valorar cómo evoluciona esta cirugía y ver que hacer. Una de las opciones es otra cirugía en unas semanas. Sería otro bypass esta vez a la altura del tobillo. Os iré informando.

Gracias una vez más por vuestro cariño, oraciones y miles de mensajes. Gracias de corazón. Y gracias a Dios por tanto como me da y regala. ¡Qué generoso es conmigo!

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