Y ellos… ¿quién dicen que soy yo? Un trasplantado.

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Hoy os dejo una de las entradas más difíciles y fáciles a la vez. Fácil, porque pedí a una serie de personas que me escribieran que había supuesto para ellas vivir con una persona enferma a su lado y cómo había influido en ellos y son ellos los que escriben. Lo difícil, sacar fragmentos porque pondría todo. Es más, ha quedado más largo de lo que pensaba.

A la vez emocionante por ver tanto cariño y como me conocen de bien, entre ellos están los de casa, familia, muy buenos amigos y otros que con mucho cariño, la relación no ha sido tan intensa. Y sorpresa, por algunas cosas que yo nunca hubiera dado importancia y a otras personas marcó. Espero que os guste, intento ir desde la infancia a la madurez. (no pongo cursiva, porque es todo, desde aquí, textuales y es más cansado para leer.

Pero sobre todo, y era uno de mis objetivos con esta experiencia, saber que alcance tiene en los demás una enfermedad. Más o menos uno se puede hacer una idea, pero muy distinto, y mucho más bonito, es saberlo y leerlo. Que sepáis que se me han saltado las lagrimillas en todas las cartas. Muchas gracias a los que habéis dedicado un rato para escribirlo.

“… la buena y verdadera amistad no puede ni debe ser sospechosa de nada…” Don Quijote de la Mancha.

«A los seis meses, un día al llegar a casa me cuentan una hazaña del niño como dato de lo despierto que es “se ha bebido el solo un biberón de agua, fíjate». Me fijé y me pareció una anormalidad. Eso no lo hace un pequeño salvo que este muerto de sed. Consulte con amigo pediatra y estudió al niño descubriendo una importante insuficiencia renal, por un enorme reflujo. La solución, quirúrgica, pero no se plantea por el gran riesgo y dificultad de realizarse. Hablé con el cirujano y me dio como posible solución ir a ver al profesor Gil Vernet. Estuve viendo al profesor con la historia clínica de mi hijo y confirmó todo lo dicho anteriormente, incluido el riesgo y la dificultad, pero era la única posibilidad de conseguir una salida y de seguir adelante. Se realizó la intervención y gracias a Dios, aunque lo pasó muy mal, se aferró a la vida y salió adelante con su importante insuficiencia renal.»

«No se si soy capaz de expresar todo lo que han sido estos años, y lo que sigue siendo. Yo tenía una vida fácil, sin grandes problemas, tres niños estupendos, sanos y nace el cuarto, Pablo. Todos encantados, pero parecía que no estaba del todo bien. Después de unos análisis, surgió alguna sospecha. Ingresó en la Cruz Roja para hacerle un estudio más concreto. Por fin nos dieron los resultados, para mi fue como un jarro de agua fría, pues no parecía tener mucho futuro. Mi primera reacción fue meterme en una capilla del hospital y pedir, «Dios mío lo pongo en tus manos». Tu nos ayudarás. La marcha de la familia tenía que seguir y hacer el esfuerzo de llevar una vida normal, por sus hermanos, que eran pequeños y siempre cuidaron de él con mucho cariño, y por él, de una forma especial, procuramos en todo momento tratarle como uno más y que no tuviera nunca sensación de enfermo. El trasplante parecía la solución, pero lo veía lejos y complicado, era algo desconocido entonces. El día a día a veces te agobiaba no saber cómo acabaría todo, pero la verdad Pablo con su manera de ser, siempre era una ayuda para superar cada paso. Después de algunos altibajos, muchas consultas, algunos ingresos, llego la primera diálisis, con 17 años, un gran agobio, era muy duro. Justo el día que empezó, nació nuestra primera nieta. Fue un día de emociones muy dispares.»

Recién operado, verano de 1977

«Yo he tenido un hermano al lado con una enfermedad crónica bastante incomoda, pero con una felicidad y unas ganas de vivir y de luchar por sobrevivir inmensas. Eso transmite una fuerza permanente muy grande y un soporte para reconocer lo afortunado que eres. Siempre me acordaré cuando nos enfadábamos de pequeños, mientras que a mí me duraba aún ese estado de ánimo, mi hermano rápidamente estaba a tope, feliz, queriendo empezar con la siguiente diversión. Yo no lo entendía y me enfadaba más aún, pero son lecciones que no cayeron en saco roto. […] Mi primer recuerdo de mi hermano es recién nacido. Le habían operado del riñón y para evitar que se arrancara los tubos de drenaje, le crucificaron literalmente en la cuna. Nunca he visto a un ser vivo llorar con más angustia. Me acuerdo cada día que íbamos a verle al hospital de pequeño, parábamos con mi madre a comprarle un cuento. Ese momento, con 10 años, de elegir lo que más le podría gustar a tu hermano enfermo para que se distrajera… eso agranda el corazón!!!”

“La verdad que para mi ha sido algo muy natural. Yo nací siendo tú como eras y la verdad que siempre me pareció normal porque tú lo hacías normal y de forma sencilla. Me parecía divertido verte tomar el batido verde fosforito (incluso me daba envidia y siempre me daban ganas de probarlo porque olía fenomenal), tus miles de pastillas que te tomabas de una vez, compartir comida cuando salíamos fuera… me parecía que eso era normal y nunca fui muy consciente de que problemas había detrás de todo aquello. La cosa cambio cuando empezaste con diálisis y te hicieron el primer trasplante. Ahora que lo pienso, yo era muy pequeña pero fui consciente de que algo no iba como siempre. Ahí me di cuenta de que detrás de todo aquello había algo importante y serio y que podía incluso ser peligroso. Recuerdo cuando te trasplantaron por primera vez la preocupación de papá y mamá y eso me daba miedo. Cuando fui a verte y estabas lleno de tubos y pinchos por todas partes. Yo era muy pequeña, como Jimentia ahora, y recuerdo que me impacto mucho y me asustaba.»

Las pastillas del desayuno. Y eso que en diálisis tomo menos y faltan las de la cena.

«Recuerdo ir a su casa a jugar con su hermana, mi mejor amiga, y ver siempre a Pablo feliz, riendo y gastando bromas. Nunca le he oído quejarse por estar enfermo al contrario, siempre era él, el que te animaba a ti.»

«Te criaste con el “no” en los oídos. No carne, no chocolate, no, no, no. Tu infancia fue distinta a todos tus compañeros. Y a pesar de todo, siempre con la sonrisa en la boca. Terminaste el bachillerato y te matriculaste en medicina. Yo estaba encantado, pero llegó el riñón. Te cambió la vida. De repente, la vida del no se convirtió en la vida del sí. No sabes cómo nos alegramos todos. Por fin había acabado la pesadilla. Pero trajo sus consecuencias. Te pusiste a vivir lo que no habías vivido.»

«En mi infancia recuerdo que me llamaba muchísimo la atención que apenas podías comer nada… solo te veía comer patatas fritas, estabas muy delgado pero no parabas y yo pensaba pero de donde saca esa vitalidad!! Ya con cierta edad (adolescente creo) recuerdo ir al hospital después de un trasplante y verte a través de una ventanita aislado, pero tú sonriente, tan contento como siempre. Comentábamos en casa tu buen carácter y humor.»

Otoño 1988

«Mi primer recuerdo, el que me hizo ser consciente de la severidad de una enfermedad crónica. Fue tan simple como la primera vez que tu mejor amigo se viene a comer a casa. Y mira que nuestros padres ya eran más que amigos, habían vivido sus aventuras y desventuras en pandilla, como empezábamos a vivir nosotros en aquellos momentos sin saberlo. Pues sí, vino a comer, y para “romper el hielo” que como digo no era necesario, mi madre te preguntaba si podías comer de esto y de aquello a lo que respondías sin titubeo “de esto NO, de esto SI, de esto un poco,”… qué difícil, qué complicado me parecía a mí, que jamás me había parado a pensar que había otros criterios diferentes al sencillo “no me gusta”, “esto no huele bien”, “acelgas, (suena mal, no lo pruebes)” […] Vitalidad, energía, sobreexcitación, impulsividad… ¿eres así o te han hecho ser así?… teorías, hay de todos tipos, los que dicen que te sirve para demostrar al resto que no eres diferente, que así eres más protagonista, te sientes compensado, …»

«Recuerdo aquel día, hace ya varios lustros, en que conocí a Pablo. Desprendía un halo de alegría que en pocas personas he visto. Cada vez que aparecía en escena todo giraba en torno a él, y no como muchos otros que tratando de ser el centro de atención empequeñecen a quien les rodea, al contrario, haciendo a los que le rodeábamos tener una sensación de “buen rollismo” espectacular. Todo el mundo quería que Pablo estuviera alrededor. Recuerdo pensar que Pablo debía ser una de esas personas afortunadas a las que la vida le había dado todo. Esa alegría innata que desprendía solo podría venir de no haber tenido que pasar los muchos problemas que el resto de la gente, con nuestra tonta adolescencia, consideramos terribles. Sin embargo, poco a poco, me fueron contando las muchas batallas que, desde bien pronto, había ganado a su enfermedad. Y fue así como descubrí a, quizás, la persona más admirable que afortunadamente tengo hoy en mi vida.»

Castrillo de los Polvazares, viaje familiar en 1993

«No voy a reiterarte una vez mas lo imprudente, cafre y profundamente inconsciente que fuiste en tu adolescencia cuando, sabiendo el gravísimo problema que tenías, metiste la cabeza en el agujero e hiciste lo contrario de lo que te imponía la generosidad y la obediencia a quienes cuidaban de ti. Eso lo sabes tu mejor que nadie y no es, además, lo que ahora importa. Y digo que no importa, porque el coraje, la valentía y la admirable actitud demostrada después haciendo frente a una situación capaz de arrastrar a la más absoluta indolencia a cualquiera, han enmendado cualquier actitud pasada que, por otra parte y aunque no sirva de excusa, obedeció en parte a ese afán de protagonismo del adolescente rebelde que a algunos os dio por experimentar.»

«Recuerdo con mucha angustia la época de la diálisis, me parecía durísimo y una atadura tremenda. Alguna vez que fui al hospital me admiraba que nunca te quejabas, lo tenías asumidísimo!!»

«Es curioso pero siempre que pienso o hablo de Pablo me sale una sonrisa tan espontánea como igual de inevitable. […] Veamos, mi sonrisa es porque es un pequeño ser retorcido, “tocapelotas” y vacilón, un tipo hiperactivo mental que primero, observa, examina y analiza para después dispensar en la línea de flotación a cualquiera con tal de echarse unas risas, (conste que las risas van a cuento de temas apropiados para el momento, jamás se reiría de temas personales que sobrepasarían esa fina línea del respeto, es demasiado inteligente y educado para caer en la ordinariez). También sonrío porque es de esos pocos amigos que siempre se acuerdan de tu cumpleaños, de felicitarte en las fechas importantes, de preguntarte de repente cómo te va, o de cómo está tu familia con auténtico interés. Es verdad que se me escapa la sonrisa porque está lleno de peculiaridades, su bigote, sus tirantes, sus pensamientos en voz alta o su perspicacia y sorna que sin querer evitarlo le hacen muy único, muy irrepetible y muy apetecible para compartir cosas de la vida. Pero sin duda sonrío porque gracias a él hasta el más prevenido se da cuenta de que Dios existe y que Él ha querido que Pablo esté entre nosotros para enseñarnos los sentimientos más humanos y a la vez más divinos, todos los que se contradicen pero que mi amigo reparte con Fe, valentía y sobre todo con mucha generosidad. «

«Siempre me impresionó que vivieras con tanto entusiasmo todo y nunca dejar de ser un adolescente totalmente normal, sólo dejabas de ser normal porque pasabas a ser especial por lo que nos enseñabas en tu hacer y proceder de cada día»

“Yo ya estoy harto de que me den lecciones. Lecciones de fuerza, de entereza, de capacidad y de serenidad. Lecciones que me hacen avergonzarme de mi propia debilidad y a la vez me hacen sentir culpable de todas las veces que no valoro mi propia suerte. Ah, y, por supuesto, también estoy harto de que me las dé siempre el mismo. No por mí, sino por él. […] Es en ese momento cuando empiezan siempre las lecciones que os digo que estoy harto de recibir. Cuando, en vez de encontrarte con un señor abatido, cansado, débil o lo que sea que a la mayoría de nosotros nos sucedería en semejantes circunstancias, se te pone delante un tipo perpetuamente optimista, duro y con una fe inquebrantable que parece ayudarle siempre a encontrar la parte positiva a todo (yo, que soy agnóstico, siempre se lo digo, para mí la querría). Un tipo que te cuenta el calvario diario que le espera durante todos y cada uno de los días de los próximos años y, en lugar de llorar, maldecir o derrumbarse, se ríe, hace bromas o simplemente pone cara de feliz resignación mientras hace el maletín para irse a atender a sus pacientes. Y esto no sucede sólo un día. Ni dos. Es y ha sido así siempre. Igual cuando éramos unos veinteañeros descerebrados que ahora que somos padres más o menos responsables.”

«Al final han pasado 43 años, tres trasplantes y mucha vida y aventuras y al final, hace “su vida” de una manera digna y eficaz. Tiene una mujer y una hija absolutamente geniales y grandes en todo, un gran regalo de Dios, una gran familia feliz a pesar de sus aventuras. Como resumen puedo decir que Pablo, ha sido un privilegio y una grandeza para nuestra familia grande, que es enorme de numerosa y para los amigos que lo han vivido con nosotros como una piña y nos han ayudado muchísimo en el ánimo y en los consuelos. Doy gracias a Dios todos los días de mi vida, por habernos regalado a Pablo.»

Hospital De la Cruz Roja

«Has llevado y llevas una enfermedad con enorme entereza. Ayudando a los demás con tu blog. Amándonos a todos los que nos tienes a tu alrededor, en especial a Sara y a Amelia que tanto se lo merecen. No has perdido la sonrisa, ni la intensidad diaria por los grupos de whatsapp. Creo, y ahora lo veo, que es tu forma de no desligarte, de no convertirte en un pobre enfermo al que le escribamos para ver su estado. Has conseguido que la palabra enfermedad no sea sinónimo de discapacidad, y eso que tu enfermedad no es fácil ni se lleva con dos curitas semanales.»

«Gracias por enseñarme a sonreír a la vida incluso en los momentos mas difíciles, gracias por ser fuerte y valiente para que cuando nos suceden cosas difíciles te tengamos de ejemplo y sepamos tirar hacia delante. Gracias porque nunca te has rendido y sabes sacar lo mejor de cada pequeña cosa de tu vida. Gracias por haber sido mi compañero cuando era pequeña y haberte sentido como un hermano «cercano». Gracias porque has sacado lo mejor de mi muchas veces y me has enseñado a ser mejor persona. Gracias por compartir y hacernos participes de este milagro y haber marcado nuestras vidas con esta mano de Dios que vemos en tu vida. Gracias por ser un guerrero y habernos ayudado a todos a ver todo este camino como un camino de santidad y una oportunidad para ser mejores. Pero lo mas importante de todo: GRACIAS por ser mi hermano.»

«Los buenos amigos, la familia y una educación basada en pilares de fortaleza y persistencia han contribuido de manera evidente a afrontar un problema con la mayor naturalidad y estoicismo. Quizá ésa sea la nota característica que más me llama la atención sobre cómo has vivido todo este proceso: la naturalidad, el asumir las cosas tal cual vienen resignándote ante la imposibilidad de rebelarte contra lo que no es vencible; pero al mismo tiempo, sabiendo apreciar lo bueno que al mismo tiempo te daba la vida que en el fondo era mucho. El temple cuando venían mal dadas, y la persistencia en mejorar una situación de vida que has logrado culminar en el peor momento de la enfermedad con el nacimiento de tu hija. Es verdaderamente admirable construir una existencia feliz cuando las herramientas que te facilita la vida cuentan, al menos en parte, con un defecto que dificulta la construcción.»

«Hoy veo una persona madura, entregada a una etapa de su vida radicalmente nueva como es la paternidad que parece haber despertado en él una responsabilidad cuasi patológica no sólo en el ámbito personal sino también en el profesional. No me cabe duda que eso sólo responde al ánimo más decidido de exprimir la vida en todas y cada una de sus facetas. Y que ese ánimo, ahora tan despierto, se ha visto espoleado y favorecido por una suerte de fuerza interior que a modo de reacción parece haberse desencadenado ante el ataque que supone el empeoramiento continuo de tu salud. Esa fortaleza reactiva contrastante con el debilitamiento tan enorme que debes estar experimentando en estos momentos, es aleccionadora y, en mi caso, es probablemente lo que más me impresiona y me sirve como apoyo para empujar en la dirección correcta de la vida.»

«En esta etapa más madura de nuestra amistad, una vez superados los momentos más álgidos de amistad y los más bajos, por los que pasa cualquier amistad que de verdad dura, es cuando me doy cuenta de los verdaderos valores que subyacen en Pablo y por los que mi sentimiento ahora es de profunda y sincera admiración. Admiración por su resiliencia, admiración por su capacidad de centrarse en lo positivo, admiración por su falta absoluta de cualquier tipo de queja hacia su situación personal, admiración por querer sin condiciones y admiración por su lealtad a su familia y amigos, admiración por ser un ejemplo para todos nosotros.»

«Siempre has sido ejemplo de cómo enfrentarte a la vida, de cómo luchar por lo que quieres. Has adquirido una madurez encomiable, un saber estar ante las dificultades que te hacen ejemplo de muchos. No lo pierdas nunca. Te has pasado la vida luchando y no puedes dejar de hacerlo ahora, con tus mujeres, con tu familia, con tus amigos, con todos. Sabes que siempre tendrás nuestro apoyo y nuestra admiración.»

«Y es aquí donde considero que Pablo ayuda a transformar a la gente que le rodea. Todos tenemos nuestros problemas. Todos consideramos que ese tema que nos ronda la cabeza es un alud que destruye nuestras posibilidades de ser felices. Sin embargo, el poder ver como él te cuenta entusiasmado las puertas que su enfermedad le está abriendo o cómo utiliza los diagnósticos pesimistas de su evolución para retarse a imitar a personajes históricos que triunfaron pese a sus limitaciones, es un ejemplo que transforma nuestra vida.»

«Para mi convivir en este caso con Pablo supone un aprendizaje diario, una enseñanza continua, una forma de ver las cosas y de entender la vida. Un ejemplo de cómo afrontar las situaciones por difíciles que sean y como hallar la felicidad. He conocido muchas personas y creo que ninguna con la energía vital y las ganas de vida de él. Es una enseñanza continua, cuando estoy preocupado por algo pienso, ¿cómo lo afrontaría Pablo? Y eso me ayuda mucho, porque sé que el no se lamenta y no pierde un segundo sufriendo ante una adversidad, al contrario, se aprieta los machos y tira hacia delante»

«Sobre todo ha sido una lección de vida, tanto sobre cómo saber sacar de cada situación una lectura positiva, sobre cómo afrontar las dificultades, de optimismo, de generosidad y de amistad.»

«Es increíble pero no se rinde, es más, es consciente de lo necesario que es y cada día nos ofrece algo nuevo o comparte momentos de su día con nosotros y lo hace por ayudarnos, sólo por eso, porque es AMOR porque quiere que también nosotros sepamos la suerte que tiene de estar entre nosotros, la suerte que tenemos de estar cerca de él y de entender que a pesar de todo: la vida es maravillosa.»

“Yo he llorado mucho, mucho por mi hermano. He llorado por dentro y he llorado por fuera. He llorado en muchos de sus ingresos y he llorado en salas de espera habiéndole dejado internado, solo y sin más consuelo que las vivencias en común. No puedo dejar de lado la alegría que me ha producido siempre ver a Pablo tan feliz con su familia. Una familia feliz en su totalidad, en sintonia de vida, alegría pura por todos lados, sencillez ante todo, en fin, la vida le ha dado lo que tanto merece. Una mujer excepcional y excepcionalmente feliz, y una hija que es pura alegría y pura vitalidad positiva… mi ahijadiña! En definitiva, para mi haber compartido mi vida, mi cuarto, mis vivencias, mis confidencias, mis penas y mis alegrías con mi hermano trasplantado ha sido de gran provecho. Me ha enriquecido mucho y me ha hecho más fuerte ante la adversidad. Me ha hecho más consciente de la suerte que tengo, de la suerte que he tenido de haberle conocido y de la suerte que he tenido y tengo de ser su hermano. Me ha hecho más sencillo en la búsqueda de la felicidad, en no ahogarme en los problemas ni consumirme en las preocupaciones; en aprender a posicionarme en el peor escenario ante la adversidad para después ir construyendo la solución. A vivir la vida sabiendo que es un regalo y que hay que disfrutarlo al máximo, porque nunca sabes hasta cuando nos tocará seguir en el escenario de esta película.»

Planes de familia, Cáceres 2019

«Comencé a seguir lo que escribías hace cosa de dos años, cuando nos conectamos en Instagram y a raíz de ello, empecé a leer lo que escribías en tu blog y las vídeo-reflexiones de tu canal de whatsapp. Al principio las leía desinteresadamente, no eras más que un tío que me caía bien del colegio, con el que compartía aficiones y que me resultaba cercano. Aunque tu enfermedad no la sentía cercana. Con el paso del tiempo la cosa ha cambiado y resulta paradójico. Eres tú, una persona enferma, con rutinas diarias durísimas el que con tus vídeos y reflexiones fortaleces a los demás. Quizás yo sea especialmente receptivo a tus mensajes. Me gusta salir de la zona de confort, no me gusta perder el tiempo y quiero comerme la vida a pedazos. Por eso ver que tú lo haces con muchas más dificultades me anima a seguir así.»

“Ahora la vida te pone una piedra más en el camino. Y te obliga a afrontarlo y a superarlo. Con tu enorme cruz estás ayudando a muchísima gente a llevar su propia cruz diminuta. El resto de personas nos ahogamos un día que hace calor, o un día que nos duele la garganta, Los grandes hombres son otra cosa. Los Blas de Lezo que son los que llevaron el cristianismo por el Mundo son de otra pasta. Tienes una familia preciosa, tienes el Don de la Palabra que te permite llegar a los corazones de la gente, tienes la autoridad de quien lucha contra la adversidad todos los días a pecho descubierto, espada contra espada, tocas el corazón de la gente que te escucha, los llenas de vida, es como si fueras un enviado de Dios, de España, tienes clara tu lucha, “La vida es una derrota material, pero puede ser una Victoria Espiritual” y tu lo tienes claro y vas a tirunfar. Porque la vida terrenal se termina tarde o temprano, muchos terminan en soledad y en pena o amargura. Otros en amor y rodeados de gente, diciendo misión cumplida Padre. Ojalá se pudiera morir, cuando nos toque a cada uno, orgullosos de lo que hemos irradiado, de lo que hemos creado, de la obra que hemos dejado y solamente lo espiritual perdura.”

«Qué quieres que te diga Pablo… si hay una palabra que me viene a la mente (y al corazón) cuando pienso en tu realidad, es ADMIRABLE. Tu carácter, siempre positivo. Tu fe, con las fuerzas puestas siempre en Dios. Es admirable cómo lo lleváis como familia: Sara, Amelia y tú. Tan bien rodeados con el cariño que transmitís de padres, hermanos, sobrinos… siendo sincera: lo lleváis de una manera tan admirable que tengo claro que esto no puede ser sólo mérito vuestro y eso me transmite a Dios: que en vosotros se hace plenamente visible. ¿Cómo sino es posible que la enfermedad transmita alegría alrededor? eso sólo se explica desde Dios. Sólo Él puede poner en sus Manos nuestro dolor e incapacidad, y transformarlo en algo bueno que contagia alrededor.»

«El ambiente de la familia inconscientemente siempre ha estado un poco condicionado en torno a Pablo, a su salud. El primer rechazo fue un gran disgusto para todos. La verdad Pablo asumía cada situación con gran paz y hasta humor, lo cual nos ayudaba a todos, dando siempre testimonio de aceptación y esperanza. Pasó varios años en diálisis en muy malas condiciones físicas, para mi fue muy doloroso ver a un hijo así. Tanto es así, que decidí  donarle yo un riñón si era compatible. Pero en pocos días llegó el tercer trasplante, de nuevo a vivir. Han sido 15 años de tranquilidad y paz. El mayor regalo a toda su lucha ha sido Sara y después Amelia, y lo han sido para toda la familia. Es increíble el movimiento de oraciones que has despertado siempre. Es admirable la manera de llevar todo y  lo que nos trasmite . Lo que ha prevalecido siempre ha sido su aceptación, sus ganas de luchar .»

“No es la carne ni la sangre, sino el corazón, lo que nos hace una familia unida.” Friedrich von Schiller.

Luego os preguntáis porque digo siempre que soy un tipo con suerte, ¿no sería injusto si no lo dijera con tanto amor a mi alrededor? ¿Veis como sólo puedo dar gracias a Dios por tanto como me da cada día? La verdad:

¡Soy un tipo con suerte!

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