Hoy hace 25 años… Un trasplantado.

"[...] Tenía 17 años, llevaba enfermo toda la vida y los últimos tiempos mucho peor. Todo iba a cambiar. Cada uno en su papel, cada uno a su manera, pero todos vivíamos algo muy especial. Era nuevo para todos. Era un momento histórico en la familia y en nuestras vidas. Era una bomba de sentimientos.[...]" (Vía @untrasplantado)

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«[…] Tenía 17 años, llevaba enfermo toda la vida y los últimos tiempos mucho peor. Todo iba a cambiar. Cada uno en su papel, cada uno a su manera, pero todos vivíamos algo muy especial. Era nuevo para todos. Era un momento histórico en la familia y en nuestras vidas. Era una bomba de sentimientos.[…]»

Hoy 3 de febrero, día de San Blas y patrón de los otorrinolaringólos, hace 25 años que mi hicieron el primer trasplante de riñón. Era viernes a las dos de la tarde, salía del colegio y vi a mi hermano Javier. Me dio un vuelco el corazón, había trasplante.

Lo intuí perfectamente. Es una sensación indescriptible, los que lo habéis vivido sabéis cual es. Las tres veces lo ha sido, pero esta era la primera y todo era novedad. Recuerdo ir a casa y cómo nos fuimos abrazando sin hablar, no hacían falta palabras. Tenía 17 años, llevaba enfermo toda la vida y los últimos tiempos mucho peor. Todo iba a cambiar. Cada uno en su papel, cada uno a su manera, pero todos vivíamos algo muy especial. Era nuevo para todos. Era un momento histórico en la familia y en nuestras vidas. Era una bomba de sentimientos.

Hospital Gregorio Marañón tras la remodelación.

Mil cosas, mil miedos, mil alegrías, mil sueños, etc. se pasan en décimas de segundo por la cabeza. Una experiencia de estas, te pone el alma patas arriba y más a esa edad, en plena adolescencia. La alegría de mi esperanza y el recuerdo a quienes llenos de dolor me regalaron la oportunidad de volver a vivir.

Muchos de los recuerdos están difusos, he perdido el detalle con los años, pero no la esencia de la suerte tan maravillosa que es poder vivir una experiencia de este alcance. Una experiencia para la que nunca se está preparado, ni la primera, ni la segunda ni la tercera vez. Ya que cada vez las circunstancias, la situación física y la situación personal es distinta y eso lo hace genial, porque hace de cada vez, una vez única.

En poco tiempo, el jaleo de llamadas, al fijo, no había móviles y mucho menos whatsapp, era una locura. También nos comunicábamos rápido entonces. En pocas horas estábamos en el hospital, parte de la familia acudió allí rápido. Tal fue la locura, que mi hermana Cristina, con 7 años, de esto me enteré tiempo después, estaba en el colegio y con los nervios, fueron tarde a buscarle al colegio, cuando llamaron, todos pensaron que iba otro.

Una de las imágenes que tengo guardada a fuego en el corazón y que me sigue emocionando cuando la recuerdo, es cuando estaba en la diálisis previa al trasplante y llegó una ambulancia, me dijeron que me asomara a una ventana. Iban con el riñón en una nevera. La fuente de mis sueños y el fin de mi calvario podía estar ahí, o no. Gracias a Dios estaba y fue para mi durante 7 maravillosos años. Otra imagen era la cara de mis padres y hermanos de emoción e incertidumbre, alegría y respeto ante lo desconocido, una mezcla increíble. Imagino que la mía también sería un poema.

Aquel trasplante fue en el Hospital Gregorio Marañón y nunca podré estar lo suficientemente agradecido al jefe de servicio de nefrología infantil: el Dr. Augusto Luque. Era nuestro médico, nuestro confidente, nuestro amigo y a veces cómplice. Hablábamos de nefrología, de historia, del colegio, de la vida, de todo. Era como un segundo padre. Tanto nos quería, que nos mantenía en infantil todo lo que dejaban. Yo estuve hasta los 24 y la verdad, siempre lo agradecí mucho. Era como un segundo padre. Nunca te olvidaré. No creo que ningún paciente tuyo te olvide jamás.

Mi madre y yo con 16 años unos meses antes del primer trasplante en un viaje familiar a Galicia.

En fin, el tiempo vuela y he tenido mil experiencias desde entonces, otros dos trasplantes, mucho tiempo en diálisis, operaciones, etc. pero lo que nunca ha cambiado han sido las ganas de vivir y exprimir la vida, sacarle su jugo a cada segundo y compartir con los míos las alegrías de cada día. ¡Soy un tipo con suerte!

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