Ayer empezaba la diálisis peritoneal nocturna. Pero salió mal. Saltaba una alarma que no sabía quitar y tuve que volver a hacer diálisis manual -luego supe que era un problema de la máquina-. Pero no pasa nada, ¿cuántas buenas relaciones empezaron con una mala primera cita? Pues eso, borrón y cuenta nueva y a ver si nos entendemos a lo largo del fin de semana.

Empiezo como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera habido este fallo. Porque los baches en el camino enseñan, pero un camino pedregoso puede agotar, así que hay que quitar peso a los inconvenientes del día a día.
Y reinicio desde cero. Hoy empieza una nueva época. A las 21:30 me retiraré a mis aposentos para preparar y hacer la diálisis peritoneal durante 8 horas, si hay suerte. A cambio tendré el día libre para mí, sin ataduras. Ninguna diálisis es buena opción y mucho menos cómoda, así que hay que buscar la que mejor se adapte a nuestra vida, para tener que cambiar lo menos posible nuestra día a día a la enfermedad.
Poder pasar consulta, dar clases, recibirlas, dar conferencias, preparar el blog y pasar el mayor tiempo posible con los míos, es tan genial y me hace sentirme tan bien, que cualquier esfuerzo es poco.
Ya me cambió la vida, para bien, el paso de hemodiálisis a peritoneal, así que espero seguir mejorando con la cicladora (cómo se llama a la máquina).
Os iré contando, pero las expectativas son altas, la ilusión inmensa y los comentarios que me hacéis sobre cómo se mejora muchísimos, así que confío en ello a pesar del primer traspiés.
Gracias a todos por los ánimos y consejos a los que lo conocéis. Sois geniales. Y yo ¡soy un tipo con suerte!