4 años en diálisis. Un trasplantado.

“veo claro que tengo que mirar hacia delante, luchar por estar mejor en lo que pueda y aceptar en lo que no.”

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Hoy es 26 de septiembre de 2023. Hoy hace 4 años que empecé diálisis en esta tercera etapa de mi vida. En total más de 9 años.

Algunos lo recordarán por ser el día que murió Paquirri. Yo no toreo toros, aunque me venga de sangre, pero si le pongo el capote a la vida cada vez que me manda buenos morlacos con astas afiladas que viene a darme una cornada en su defensa natutral. De ahí que llamara Taurino a mi tercer trasplante. 

Y cómo si fuera una cornada de varias trayectorias. A veces me pesa estar así, llevo unos días que, como si me siguiera de cerca mi avispado particular, se me hace más cuesta arriba, no estar enfermo, que llevo siempre así, sino estar agotado hasta el extremo de que me cuesta a veces concentrarme y hacer las cosas del día a día. Este verano lo he pasado muy mal físicamente y, unido a estos años, y la poca actividad física que tengo ahora, me he quedado muy flojo. Todo me parece un esfuerzo titánico y todo me agota hasta la extenuación. Como si necesitara que me cuadrilla me llevara en volandas, como así hace mi Equipo SAP.

Primera diálisis después de 15 años. Era más duro el dolor del alma que el físico.

A pesar de la dureza del momento, de lo difícil que es sobrellevarlo, recuerdo y me animan las últimas palabras de Paquirri: “ «Doctor, la cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá”

Y es que no podemos perder la perspectiva. Cómo estáis hartos de escucharme, podría arrugarme, puedo dejarme caer por lo mal que lo estoy pasando físicamente. Son 7 años seguidos de una dureza enorme y 46 años de enfermedad. Eso me haría ir apagándome, sería lógico por la pérdida de ganas de luchar. Puedo perder mi alegría, pero como una brisa furtiva que entra en una iglesia antigua, apagaría todas las velas cercanas, empezando por Sara y Amelia. Y sería entendible. A veces es difícil vivir una vida de enfermedad diaria, con dolor, etc.

Pero no sería justo del todo, aunque pudiera ser lógico. Por eso, con esa frialdad, claridad de mente y sabedor del momento que vivo, hago como Paquirri y al saber la trayectoria de las cornadas, como si de golpe fuera el cirujano yo mismo, veo claro que tengo que mirar hacia delante, luchar por estar mejor en lo que pueda y aceptar en lo que no.

Tocaba poner al mal tiempo, buena cara.

Haciendo balance desde ésta época oscura de mi vida, veo más luces que me hacen crecer en el sufrimiento, que penumbra; veo más horizonte en la subida de la dura montaña de la enfermedad, que en otras épocas de mi vida de bajada en campo abierto y con viento a favor; tengo más fuerza y ganas de comerme el mundo en la flaqueza del acúmulo de años de diálisis y duras pruebas, que en otros días de más paz.

En definitiva, tengo más ganas, ilusión y decisión por comerme el mundo que nunca. Cuento con la risa y energía de Sara y Amelia, como en esta foto que, en esos días de ingreso, tenían en una video llamada.

Amelia tenía año y medio.

Por eso, una vez más, sólo me queda dar gracias a Dios, ofrecer mi dolor y cómo el torero recuperado de la cornada, volver a saludar desde los medios más sabio, mas experimentado y más decidido que nunca.

Esta foto, felices en un momento tan duro, es de mis preferidas de la familia. Eso ha marcado, y marca, nuestro día a día. 28/9/19

¡soy un tipo con suerte! ¡Soy un tipo con mucha suerte!

¡Qué raro me veo ahora con barba entera!

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