Querido 2020,
He de reconocer, que has conseguido sorprenderme de principio a fin. Has sido un año muy especial y muy duro, pero del que he aprendido mucho y cuento por qué.
Empezaba el año con la ilusión de volver a trabajar después de la perdida, tras 15 años juntos, de Taurino, mi riñón trasplantado. Dentro de lo malo, de la cantidad de horas de diálisis -9 horas/día/365 días- era muy importante para mí, a nivel emocional, volver a trabajar. Y como anécdota y me hacía especial ilusión, ese mismo día, Amelia iba a la guardería por primera vez en su vida.
Luego llegó todo el tema del covid, ahí todos sabemos lo que ha sido y hemos vivido. A pesar de la experiencia que tenía en ingresos hospitalarios, fue complicado, sobre todo el día que me tocó ir a urgencias, con dudas de si era positivo, fueron experiencias muy fuertes.
Y a partir de ahí, empezaron un torrente de sucesos, como enterarme que es difícil que me vuelvan a trasplantar en una temporada larga, unas molestias en el pie, que me llevarán a una amputación en breve, lo complicado de ser autónomos en tiempo de covid, etc.
Pero a la vez, volví a tener un montón de gente a mi alrededor, empezando por el equipo SAP, (Sara y Amelia), familia, amigos, los que me leéis, etc. que me habéis apoyado, insuflado fuerzas y ánimos y me habéis devuelto las ganas de seguir luchando por exprimir cada día, por sacar todo el jugo a la vida, por hacer de cada día una fiesta, porque sólo estar aquí, es para dar gracias.
Hemos crecido como familia, sobre todo Amelia en sentido literal, pero todos en cuanto a conjunto, en cuanto a equipo, en cuanto a luchadores en busca de ilusiones y motivos para sonreír cada día. Nos hemos sabido acompañar y crecer juntos, apoyándonos unos en otros, ya que siempre hay alguno fuerte de los dos, salvo el 4 de junio, día que me dijeron que me amputaban y ese día estuvimos los dos bajos de ánimo. Amelia siempre está feliz.
He cumplido un sueño, escribir mi primer libro, aunque sea medias, porque ve la luz en el 2021, pero llevaba 25 años queriendo hacerlo y me había sido imposible hasta ahora. Hasta que un día se juntaron los astros y surgió la inspiración, se juntaron las letras con las ideas en mi cabeza y se plasmaron las palabras. Y no será el último.
He podido pasar consulta y volver a curar, un regalo y una pasión; he podido dar mis clases y poder conocer a otra generación de alumnos de Fisioterapia de la Universidad Francisco de Vitoria. Otro regalo y otra cosa por la que dar gracias. Una pena que no haya podido ser presencial y vernos directamente, pero al menos he podido hacerlo.
Pude dar un testimonio delante del Cardenal de Madrid, en el cierre de las fiestas de la Paloma, Virgen castiza por excelencia y fue una sorpresa, una responsabilidad, una alegría y un orgullo.
Y las miles de experiencias con personas concretas en el día a día. Vivencias, conversaciones, videollamadas con amigos y personas especiales, mil anécdotas, originales como el año, que quedan en mi recuerdo.
En definitiva, como todos los años, has tenido un sabor agridulce. Muy duro lo agrio, me acuerdo de Javier, de “Mendoza”, un grande que se nos fue a los 43 años, que decir… los que le habéis conocido sabéis que no hay palabras para alguien tan genial. Y ha sido muy dulce lo bueno. Así que intento en la medida de lo posible quedarme con ello y aprender de lo malo, son enseñanzas para siempre.
Haciendo balance, sin duda, ha sido positivo. Hace años que no me pongo propósitos de año nuevo, sino que al final del mismo me hago preguntarás cómo:
1.- ¿Qué ha sido lo mejor del año?
2.- ¿Qué ha sido lo que más me ha hecho crecer?
3.- ¿Que enseñanzas puedo sacar?
4.- En base a las respuestas a estas preguntas (y otras más que se os ocurran), ¿cuáles son los puntos fuertes que debo reforzar y cuáles los débiles que debo mejorar/corregir?
Y alguno pensaréis, ¿por qué no me pongo propósitos de año nuevo? Pues porque muchas veces nos ponemos metas inalcanzables, que casi nos hacen más daño que beneficio. Es bueno dejar de fumar, ir al gimnasio, leer más, visitar familiares, etc. pero no matarse y castigarse internamente por conseguirlo y luego por no alcanzarlo. Al final, después de años, creo que me aporta más un balance así.
Y, para acabar, querido 2021 que ya estás en el horizonte. Ya tienes partes agrias señaladas, como mi amputación y dulces como la salida de “diario de un trasplantado”, pero por favor, enséñanos con más dulzura que tu antecesor. Y tráenos grandes momentos.
La realidad, es que si somos justos, debemos gracias a Dios por tanto a pesar de todo.
¡Feliz 2021!