De oca en oca. Un trasplantado.

“iba a consulta de vascular, a la revisión anual de mis piernas o lo que queda de ellas. Sabía el diagnóstico.” De oca en oca. Un trasplantado.

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El domingo 10 estuve por la mañana jugando a la oca con Amelia, era el día de su santo y como casi todos los días, jugamos un rato juntos. Jugaba con miedo de si caía en la posada, el pozo o la muerte, las casillas malas, las que bloquean y como pude, intenté explicárselo a ella. Luego pasé mala tarde y el lunes al amanecer una mañana regular hasta las 11. La noche gracias a que los días de diálisis, sobre todo de diálisis dura como fue el caso, duermo con pastilla, dormí como un cesto.

Todo por una razón, iba a consulta de vascular, a la revisión anual de mis piernas o lo que queda de ellas. Sabía el diagnóstico. Lo malo, o bueno, de ser viejo zorro por los años de enfermedad y sanitario. Y no me equivocada, iba a perder mi pierna izquierda también. Ya me avisó el Dr. Isaac Martínez hace dos años, un 7 de junio de 2020: «perderás las dos piernas en dos años«.

Hoy he llorado de camino al hospital, un rato a pie y otro en autobús, se me saltaban las lágrimas a ratos de pensarlo; tenía el corazón encogido, un nudo en la garganta y el ánimo como una montaña rusa. He llorado de dolor y de angustia. He llorado de dolor físico, por mi pierna izquierda, he llorado de dolor emocional por ser consciente de que está perdida y falta ponerle día y hora; he llorado de angustia por verme sin piernas. No es lo mismo ir por la vida a la pata coja, que arrastrando el culo, con perdón, para moverse.

Me hicieron a las 11, como todos las revisiones, una pletismografía de volumen o registro de volúmenes de pulso (PVR), una prueba que mide las diferencias de volumen mediante manguitos de presión colocados en muslo, pantorrilla, pie y dedos del pie. Esa prueba siempre marca mi déficit vascular y la evolución comparándolo de año en año.

Haciéndome la pletismografía.

Y llegaron las 11:30, la hora de la consulta. Estaba mentalizado y preparado. Hasta Amelia lo está y cuando le preguntan por qué me pasó en la pierna derecha dice: “el médico se la ha cortado y mañana le va a cortar la otra”, mañana lo emplea como término futuro, no al día siguiente literal. Pero aún así, no quería oírlo.

Tras la prueba, paso a consulta, convencido de que me iban a dar fecha u orientar de cuando sería la amputación. Y esta vez me equivocaba. Al ver las pruebas, me dice el Dr. Martínez: “no se si tienes buena o mala suerte. Con los medios que teníamos el año pasado te amputaría esta pierna como pasó con la otra, pero con los que tenemos hoy voy a intentar que no pierdas la pierna antes de que me jubile”. El decía mala suerte porque hoy hubiera salvado la pierna derecha. Yo lo veo como buena suerte porque al menos tengo opción de salvar la izquierda y la otra pierna es historia.

Mi cita para entrar en lista de espera de quirófano.

No es fácil el camino. Lo lógico sería que tuviera que operarme para arreglar un problema que tengo en la iliaca a la altura de la ingle. Una revascularización grande, porque tengo un bypass ocluido en esta zona y sería una cirugía muy importante. Si eso sale bien, mejoraría la circulación y mi pie, que es lo que está peor, mejoraría sustancialmente al tener más perfusión, sangre que le llega. Si falla lo primero o no es suficiente se actuaría a la altura del tobillo. Sería otra cirugía importante para revascularizar. Si fallara todo, que él no lo cree, habría que amputar y esta mala noticia, no vendría sola. La amputación tendría que ser por encima de la rodilla, no sería viable más abajo, ya que la mala vascularización no haría viable un muñón por debajo de la rodilla. Y eso conlleva ciertas complicaciones.

Por suerte esta última opción, va después de dos anteriores, con lo cual estoy de suerte. Hoy es un buen día. Me hacen una artereografia en breve, un estudio para ver el estado de mis arterias, y una vez tengamos esa información, programar la cirugía para arreglar la parte superior.

He vuelto a llorar. He llorado esta vez de alegría, de esperanza, de gozo y de angustia que se escapa. De agradecimiento a Dios y a la vida por darme otra oportunidad. Y no es la primera, ni será la última. Y he llorado de alivio por poner un peso menos al Equipo SAP. Y he ido, emocionado y sin poder hablar, ni pesar con claridad, al santísimo y sentía la liberación y seguridad de un niño pequeño cuando ve a sus padres y sale corriendo a agarrarse a sus piernas, a estar protegido. Y después el regalo de podérselo contar a Sara y ver su felicidad fue un regalo maravilloso, poder admirar la fuerza de la alegría de sus ojos un tesoro. Y a Amelia, que otra vez me dio una lección. Se me quedó mirando a los ojos al contárselo, sin decir nada y me abrazó, con un abrazo sanador. Ha sido un alivio grande para todos.

Como veis, parece que cada año tiene su operación, en lugar de su afán. Hay que tomar la vida con alegría. Reírse de uno mismo y de nuestros problemas, es el primer paso para aceptar y superar los problemas. 

Una vez más, gracias por tantos mensajes de cariño, por tantas cadenas de oración, me han llegado de los cinco continentes, tantas oraciones individuales y buenos pensamientos los que no rezáis. Puede parecer una tontería , pero no os imagináis cuánto me ayudan y cuánto nos ayudan al Equipo SAP. Sois un regalo. Yo para agradecerlo, rezo un misterio cada día por vosotros. Y gracias a Dios por esta nueva oportunidad, por este avance de la ciencia. Por ayudarme a tener confianza y Fe.

El juego de la oca

Tuve la suerte de sortear las casillas malas y fui de oca en oca, pasando por los dados y llegando muy lejos, cuando pensaba caer pronto, en la casilla 19 o 31, posada o pozo respectivamente. Esta vez me sonrió la suerte, pude avanzar, pude sortear el peso del castigo o del encierro. Aún me quedan partes del tablero por recorrer, peligros que soslayar, pero he avanzado mucho, más de lo que pensaba.

Y por insistir en la evidencia, ¿veis cómo ¡soy un tipo con suerte!? Ante la adversidad, siempre me surge una oportunidad. En este caso de no perder la pierna y cuando perdí la derecha, una oportunidad de superación. De encontrar un mejor yo. Una opción de ofrecerlo y poder ayudar a otros con mi penar.

¡Gracias por vuestro cariño!

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