Entre todos los regalos del mundo, me quedaría sin duda alguno con uno de ellos: un riñón.
Somos muchos los que esperamos en el pesado banquillo de la diálisis a que llegue el día del partido, el día del trasplante de riñón.
Mientras, sólo nos queda entrenar nuestro cuerpo con cuidado de la dieta y ejercicio diario; la mente, intentando apartar los sentimientos negativos y centrarnos en lo bueno; y el alma, intentando estar serenos y esperando con esperanza y fe.
Somos dichosos porque contamos con el apoyo de la afición de la amistad, los palcos vip de la familia, el palco de honor del equipo SAP y los conocidos y seguidores que desde casa animan como el que ve un gran partido desde la televisión.
Ánimos que siempre son importantes, pero más cuando uno entrena duro, con frío o con calor, cansado o con fuerza, con ánimo o algo alicaído, etc. y no es titular. Sabe que vale para serlo y tener un órgano por fin, pero no es convocado y le toca seguir dando todo cada día para mantenerse alerta el día que sea llamado a jugar.
También puede darse que uno sea convocado, pero no salga a jugar. Aquí hay una mezcla de sensaciones importantes. Es duro que te llamen a jugar y ser trasplantado, pero que sea para otro. Por otro lado, sabes que si sigues siendo convocado, aunque alguna vez no juegues, antes o después será tú dia.
Y por fin llega el día, has entrenado duro, días pesados, cansados y agotadores de diálisis; alguna convocatoria en que vienes a casa con la cabeza gacha y desanimado por no haber jugado; y por fin un día en que sales a jugar, por fin llega el órgano que esperábamos. Que tanto hemos soñado, llorado y ansiado por su llegada, pedido, rezado, nos hemos enfadado porque no llega, etc. pero llegó el día en que jugamos, llegó nuestro momento, ya estamos trasplantados. Ese día llegará.
Y ese día tendremos que dar una agradecimiento especial a toda la afición que nos ha empujado, animado, levantado, etc. a lo largo de este duro proceso. Tan duro, que como si ellos mismos ganaran, se alegran tanto como nosotros y merecen parte de la copa. Ya que hubiera sido imposible sin tanto apoyo, sin tanto cariño, sin tanta oración.
Ánimo a todos los que como yo entrenamos duro y esperáis un donante. Para unos será la primera vez, otros la segunda , tercera, etc yo ya voy a por la cuarta… nos llegará el día a todos.
Mientras sólo nos queda dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y a nuestros acompañantes, que llevan también mucho peso y sin ellos nada sería posible. Lo son todo, nos mantienen vivos en la esperanza, firmes en el amor y preparados para el gran partido. Lo jugaremos y lo ganaremos y lo celebraremos.