Vértigo. Un trasplantado.

“Se acerca el día que cambiará mi vida. No digo para bien, tampoco digo para mal. Pero nada volverá a ser lo mismo después de la amputación.” Vértigo. Un trasplantado.

Comparte este artículo

Llevo unos días con una sensación rara al despertarme, con una inquietud grande, con cierto temor, con mucha impresión y vértigo.

Cada mañana cuando me levanto, me siento como si fuera el camionero que tiene que hacer maniobras en la carretera de la muerte, en Bolivia.

O como el que da un paseo por el mirador de cristal del Gran Cañón, en Colorado, Estados Unidos.

Con ese gusanillo que recorre el cuerpo entero, de arriba a abajo y de izquierda a derecha, que no sabes si atenaza y para o da fuerza y lanza hacia delante. Así me levanto cada mañana últimamente.

Se acerca el día que cambiará mi vida. No digo para bien, tampoco digo para mal. Pero nada volverá a ser lo mismo después de la amputación.

Por un lado me esperan días de mucha lucha, de aprender a andar, de caerme, como me han contado algunas personas que ya han pasado por ello; de dolor, de miembro fantasma, de inseguridad y miedo, de dolor y rabia, de ira y llanto, de angustia y desesperanza.

Pero a la vez desaparecerá el dolor, aunque vengan otros. Tendré otra oportunidad de crecer y superarme, de vencer otro reto, de correr distinto, con prótesis, pero correr, volver a correr a por cada día, a exprimir la vida, a comerme el mundo. Correr a por la felicidad sin parar.

Y la mayoría de los días, sobre todo al principio, serán una montaña rusa de ambas cosas. amanecer contento, merendar triste y cenar fuerte; al día siguiente desayunar con fuerza, comer riendo y cenar llorando. Hasta que poco a poco se irá centrando todo en la normalidad, se irán atemperando los sentimientos.

Será bueno llorar; será bueno reír; será bueno hacer humor negro; será bueno revelarse y enfadarse. Porque es natural y es parte del proceso de duelo. Luego, irá convirtiéndose el vertigo en tranquilidad, el miedo en esperanza, la cojera en paso firme y la torpeza en seguridad en el andar.

Y llegará el día en que todo será normal. Pero ahora me despierto con vértigo, miedo, inquietud ante el futuro, sazonado con esperanza, ilusión y ganas de luchar duro. Curiosa ensalada de sentimientos la que se vive en estas situaciones.

He tenido la suerte de poder contactar con varias personas amputadas. Mayte y Desirée, por instagram, Sara, por whatsapp, y haber podido seguir a lo largo de los años la trayectoria de Irene Villa, y todas son un ejemplo de superación. Me han dado consejos y sobre todo he visto cómo puede llevarse una vida genial después de este trance. Gracias.

Doy también gracias a Dios por estar en tan buenas manos. Las del Equipo SAP, las de mi familia y amigos, todos vosotros y el excelente equipo de cirujanos que me aguardarán en quirófano cuando llegue el día.

Sin duda alguna, ¡soy un tipo con suerte!

Suscribete a nuestro boletín

para que no te pierdas nada de untrasplantado.com

Más para ver

Experiencias

Cabeza, corazón y cuerpo. Un trasplantado.

“Hagamos una foto amplia, con perspectiva, de nuestra vida y veremos que somos tipos con mucha suerte. Es importante tener sueños y anhelos, pero es dañino vivir anclado en lo que nos falta sin valorar lo mucho que tenemos.”

Experiencias

Ser uno mismo, ser diferente. Un trasplantado.

“Estar orgulloso de mi y respetar la diferencia con el otro sin que eso me amedrente. Cada vez que elegimos ser nosotros mismos, inspiramos a otros a hacer lo mismo. nos convertimos en una luz que ilumina el camino para quienes aún están buscando su propia senda.”

Mi primer libro, “Diario de un trasplantado”.

En el cuento algunas de las cosas que a mí, como enfermo crónico y como sanitario, me ayudan a llevar mi enfermedad y sus consecuencias y a la vez intentar alcanzar la felicidad. Ya podéis comprarlo en el siguiente enlace: