Cuenta la leyenda, que Séneca le dijo a Nerón: «tu poder radica en mi miedo: ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder».
Algo parecido pasa un día en nuestra cabeza ante una enfermedad, un desastre o cualquier desgracia. Cosas incomprensibles, que nos muestran un futuro negro, de incertidumbre, doloroso y muchas veces con la sensación de no merecerlo. El miedo nos atenaza ante esa nueva situación, ese dolor, esa pérdida, etc.
Normalmente el miedo no desaparece del todo, pero al no dejarle vencernos y condicionarnos, como en el caso citado o el miedo que causa la enfermedad, pierde el poder sobre nosotros, sobre nuestra alegría. Sigue, pero sin mandar, dominado y asumido, aprendemos a convivir con el.
En muchas películas de guerra hemos visto, que el soldado más valiente, no es el que no tiene miedo, sino el que sabe dominarlo. Es más, el que no tiene miedo, puede poner en peligro a los demás y en la enfermedad, el no hacer caso a nuestro cuerpo, nos puede llevar a una depresión. Así, al tener una enfermedad, el miedo existe, nos acompaña, pero aprendemos a convivir, a seguir hacia delante a pesar de ese miedo, porque en la vida, el disfrutar de sus cosas y exprimir el jugo que tiene cada día, es una necesidad, es una posibilidad y sobre todo es una suerte mientras dure.
El dolor en la vida, es inevitable, es algo físico, pero no así el sufrimiento.
“Todo el mundo tiene miedo. Los que no lo tienen no son normales. Esto no tiene nada que ver con el valor.” Jean Paul Sartre
El sufrimiento en la enfermedad, y en la vida, siempre me ha servido, para ser mas humano y coger verdadera fuerza, para disfrutar los momentos geniales. Si no hubiera vivido y enfocado así mi enfermedad, y mi vida, no se como lo hubiera llevado, pero creo, sin equivocarme, que no disfrutaría tanto de lo feliz que soy ahora, de lo afortunado que soy y de la plenitud de vida que tengo, a pesar de los pesares.
Siempre estamos en construcción como personas, seamos pequeños o grandes, por eso cada vez somos más prudentes y menos intrépidos. Y el miedo dominado, nos ayuda en ese camino.
Y para acabar os pongo una de mis canciones favoritas. Por la canción y por lo que significó en mi vida, no he sido capaz de escucharla nunca sin emocionarme, cada palabra de cada estrofa me emociona, me revuelve el alma, para bien. Me demuestra una vez mas, que la vida no es como venga, sino como la afrontemos. Es de la JMJ 2011 en madrid, “color esperanza”:
Sé
Que hay en tus ojos con solo mirar
Que estás cansado de andar y de andar
Y caminar, girando siempre en un lugar
Sé
Que las ventanas se pueden abrir
Cambiar el aire depende de ti
Te ayudará, vale la pena una vez más
Saber que se puede querer que se pueda
Quitarse los miedos, sacarlos afuera
Pintarse la cara, color esperanza
Tentar al futuro con el corazón
Es
Mejor perderse que nunca embarcar
Mejor tentarse a dejar de intentar
Aunque ya ves que no es tan fácil empezar
Sé
Que lo imposible se puede lograr
Que la tristeza algún día se irá
Y así será, la vida cambia y cambiará