Estas semanas no paramos de oír cómo sube la luz, cada día un máximo histórico. Máximos que convierten el bolsillo de todos en mínimos económicos, pero algunos no pueden elegir tramo horario, ni gastar menos.
Esperanza tiene 16 horas diarias de oxígeno, Anselmo 8 horas diarias con el cpap, Pablo 9 horas diarias de diálisis. Y así podría seguir dando nombres y horas.
Son tratamientos vitales, que no se puede elegir, que es cuestión de vida o muerte, aunque la saca del dinero quede exprimida y asolada. Cada día hay que hacer el tratamiento.
A los políticos se les llena la boca de falsas promesas, las eléctricas de vanas esperanzas y la realidad, es que hay personas que tienen que elegir entre vivir con su tratamiento o vivir con alimentación. Luego nos quieren recordar lo mucho que en teoría nos quieren y se preocupan. Pero la realidad es que les damos igual.
Bastante duro es tener tratamientos de tantas horas, tratamientos a vida o muerte, como para encima tener que sacar la calculadora y ver que compensa más, el alimento de salud o el alimento de comer; recortar el tratamiento para ahorrar en gastos y poder llegar a final de mes y compaginar ambas necesidades, poniendo en riesgo la salud aún más de lo que ha venía alterada.
Por favor, es una obligación de salud pública y un mínimo de humanidad atajar este problema y dejar los intereses a un lado en pro de las personas más necesitadas de nuestras sociedad.
Os pido que lo compartáis para que llegue muy lejos, toque muchas conciencias y ojalá lo lea algún político y se conciencie de este problema.