El salmón. Un trasplantado.

“ser el distinto, requiere un gran esfuerzo para ser coherente, para ser consecuente, para ser justos con la Verdad.” El salmón. Un trasplantado.

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El salmón, es un pez, que además de bonito, es curioso por nadar contra la corriente. Todos hemos visto reportajes de salmones remontado ríos y de osos al acecho. Y no vuelven a cualquier río, vuelven al río donde nacieron y pasaron su infancia. con la llegada de la juventud, se despierta su curiosidad y su instinto les lleva a una zona muy grande, más amplia, al océano. Para abandonarlo y volver a su río, en la época de la reproducción.

Y es que, las cosas de la infancia nos marcan tanto, que crean nuestra esencia, nuestra verdad. y todos la hemos abandonado o relajado o simplemente dejado a un lado por un tiempo.

A veces, alguna vez en la vida, todos nos sentimos un poco salmón, yendo al revés del mundo, luchando a brazo partido por mantener unas ideas y unos valores, que en este mundo fugaz, rápido, superficial y como dicen ahora líquido, chocamos como contra un muro. Es esa característica de velocidad y de irse de las manos como un líquido, lo que resta solidez, lo que nos limita la perspectiva necesaria para valorar lo que es ideal.

A la vez, todos o muchos, hemos sido otros peces y nos hemos dejado llevar por la corriente alguna época de nuestra vida, es normal, es lógico y puede que hasta bueno. Cuando te alejas del camino, luego uno valora, a la vuelta, la verdad, la bondad y la belleza de ese camino, que no siendo siempre fácil recorrerlo, es siempre el que más nos llena y nos acerca a la mejor versión de nosotros mismos.

A veces, nos puede pasar como al salmón, que al remontar el río, al volver a la esencia, al luchar contra los contratiempos de la vida, lo que dirán los que intentan comernos como osos y nuestras dudas al no siempre mantener las fuerzas ante tamaño esfuerzo que requiere esa vuelta, nos entran dudas. ¿merece la pena ser salmón? ¿Merece la pena ser coherente con mis valores? ¿es lógico tanto esfuerzo?

Uno de los regalos que me está trayendo el blog es conocer a mucha gente. Y gente muy especial. Hace unas semanas conocí a una influencer y persona con sólidos valores y una amplia formación. Y arreglando el mundo hablábamos de lo difícil que es y de la soledad que se siente a veces, en un mundo tan superficial, que valora de forma tan escasa el compromiso y que por contra premia muchas veces la banalidad como religión, más si ésta es luminosa, aunque su luz, como un fuego artificial, sea de duración escasa.

En este momento de la historia en que nos ha tocado vivir, ni mejor, ni peor que otros, simplemente el nuestro, decir que eres católico o defender valores firmes abiertamente, no siempre es fácil, no siempre se entiende, te convierte en salmón. De niño eres feliz en tu río y de mayor, haces lo que humanamente puedas por volver a ese río maravilloso que es el origen de todo, los valores de casa, la ternura de la familia, el abrigo de la fe maravillosa de los niños. Pero es lógico, y a mi me pasó algunos años, querer ser otro pez, sirve ser serviola, wahoo, martiño, sargo o lo que sea, cualquier pez menos ser el distinto, quieres ir a favor de la corriente, sin que te juzguen, sin que te miren, sin esfuerzos.

Serviola o medregai y wahoos en Canarias.

Y aquí entra otra variable, el salmón además de ir contracorriente por ser el distinto, requiere un gran esfuerzo para ser coherente, para ser consecuente, para ser justos con la Verdad. Siendo el camino duro, cansado, peligroso a veces; que maravilla es llegar al río dulce, a casa, con la sensación del trabajo bien hecho, de haber salvado las dificultades, de haber sido constante y sobre todo coherente. De haber mantenido la fe, como decía San Pablo.

El viaje es agotador, con dudas muchas veces de si tanto esfuerzo merece la pena, de si estaré haciendo el primo, pero la realidad, cuando lo pensamos con serenidad, en la paz y el silencio de la oración y meditación, somos conscientes, no sólo de que merezca la pena, sino que ganamos mil por uno, que salimos reconfortados, fortalecidos y sobre todo con gratitud de las fuerzas recibidas de Arriba.

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