Hoy hace tres años… Un trasplantado.

“He llorado, me he enfadado con la vida al no entender nada, incluso se me quitaron ganas de hacer poco. Decía que me tenía que esforzar. Desde ese día en lugar de minusválido empecé a ser supra válido, no por valer más, sino por tener que esforzarme más para conseguir lo mismo.”

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Hoy hace tres años; tres años que se paró el mundo unos instantes.

Hoy hace tres años que me amputaron, pero no sólo la pierna, en un principio también los sueños e ilusiones. No podía ser cierto lo que unos meses antes me habían dicho, no podía creer lo que me estaba pasando “me miraba… no estaba entero, no tenía pierna”.

Pero es porque a veces nos falta fuerza y confianza; fe en que las cosas son por y para algo. Mi mayor desgracia sin duda alguna se ha convertido en mi fortaleza.

Me hizo luchar, sobreponerme, darme cuenta de que en realidad tengo el mejor tesoro que puedo tener, que lo valoraba hasta el extremo, pero cada día más: ellas. Sara y Amelia

La pierna nos la cortaron a los tres, ya que cada uno lo vivió y lo sintió de una manera diferente. Ellas asumieron desde el segundo uno, que era lo que había, así tenía que ser y así era yo desde ese día. El mismo pero diferente a la vez. Con muñón o con prótesis, ellas supieron ver que mi esencia era la misma.

He llorado, me he enfadado con la vida al no entender nada, incluso se me quitaron ganas de hacer aunque fuera poco. Decía que me tenía que esforzar. Desde ese día en lugar de minusválido empecé a ser supra válido, no por valer más, sino por tener que esforzarme más para conseguir lo mismo. Dar un paseo era un esfuerzo, caminar la mitad el doble de brío, levantarse de la cama una aventura, ducharme ni os cuento sin pierna y sin poder mojar el catéter, ni la herida del pie, etc. y así cada cosa normal del día.

Pero como el mármol en manos de Miguel Ángel que nada entiende de lo que vive desde que entra en el taller hasta que está acabado, así Dios me iba cincelando, me iba haciendo yo y este golpe tan duro fue decisivo para ser la obra de arte que todos somos en Sus manos.  

Los que me seguís sabéis que mi vida nunca ha sido la ideal por mi enfermedad. Pero ese día toqué fondo, lo vi todo negro y marcó un punto de inflexión. Pero resurgí. ¿Fue fácil? no, ¿tuve ganas de tirar la toalla? varias veces, pero miré hacia adelante y avancé. Tenemos que cambiar nuestro mirar y dejar de ver imposibilidad en lo que cuesta, para verlo como una oportunidad, un reto, una oportunidad, en definitiva, aquello para darnos ese arrojo que necesitamos.

Os dejo un vídeo resumen de estos tres años y retos alcanzados: ver vídeo

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