Llega el día de la consulta. Noche de nervios, mañana de incertidumbre y normalmente tarde de paz.
Hasta cuando sabes que está todo fenomenal, no hay síntomas, ni molestias, ni sospechas de que nada pueda salir mal, siempre entra la duda, la congoja está presente y el miedo se nota perfectamente.
La duda y el temor de que algo pueda salir mal, de que puedan volver los oscuros días de diálisis, no es posible apartarlo. A veces sólo aparece una décima de segundo, es una décima en la que recorre un escalofrío helador por el cuerpo.
Escalofrío, que enseguida desaparece, en cuanto oyes, ¡“la creatinina está bien”! Hasta la próxima revisión, tiempo de disfrutar y seguir cuidándose. Se acabaron las dudas y temores por unas semanas.
Imagino que pasa en todas las enfermedades crónicas, que siempre está el miedo a la recaída. En mi experiencia de tres trasplantes, normalmente vas sospechándolo por cómo te vas encontrando o aunque sólo sea por la cara de los médicos, aprendes a interpretar analíticas por sus caras.
Imagino que será algo parecido a una montaña rusa, que aunque sepas que no vas a caer o no va a pasar nada, siempre sientes un miedo especial.
El que lo vive o ha vivido, sabe a que me refiero. Los que no, ojalá nunca lo sepáis o tardéis mucho y entendáis nuestros nervios el día antes.