La vida en un instante. Un trasplantado.

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Y de pronto se paró el mundo, una décima de segundo, pero duró casi un año. Era el adiós a Sara y Amelia. ¿Nos veríamos en unas horas? ¿Nos veríamos en unos días? ¿Nos veríamos otra vez?

Ayer fue mi cumpleaños, un día especial, y que a mí me encanta celebrar, este año era especial por las condiciones, así que también lo convertimos en único celebrándolo los tres. Al final del día, noté algo de calor, tenía fiebre. No le di importancia, estando en diálisis se tienen muchos síntomas cada día.

Dada la situación, al amanecer, llame al clínico y me dijeron lo que no quería oír. Vente a urgencias por si tienes covid. Se me heló la sangre, pero mantuve la calma. Intento no dramatizar ante estas situaciones. Agobios por adelantado, ni uno.

Pero el momento de salir de casa, al cerrar la puerta y ver a Sara y Amelia y no saber cuándo volvería a verlas, se paró el mundo; me temblaron las piernas; se me aceleró el corazón; soy persona de riesgo y dar positivo sería muy peligroso para mi. Se me pasaban por la cabeza mil cosas, tal fue la impresión de la imagen de Sara y Amelia al irme y no sabe cuando volveríamos a vernos, que fui todo el viaje sin ser capaz de parar de llorar con el corazón encogido.

La llegada a urgencias del Clínico no mejora la sensación. No se como será un escenario dantesco, pero debe parecerse bastante a lo que vi allí y eso que ya había bajado la intensidad. Bombonas de oxígeno cada metro, con una persona conectada a cada uno, caras tristes, miedo, estrés, angustia por la dificultad para respirar y por el devenir de la enfermedad, miradas perdidas, soledad, etc.

Entre todo eso desastre, escondidas entre mascarillas, como un astro que ilumina y resaltando las ojeras del cansancio acumulado de llevar su vocación de servicio a los demás hasta el extremo, la sonrisa y el cariño de la enfermeras y médicos. De todas las veces que he venido aquí, y he venido muchas, nunca había sido tratado con tanto cariño y tanto detalle, es impresionante la calidad humana de los sanitarios.

Mientras esperaba a hacerme las pruebas pertinentes por protocolo para descartar o confirmar covid, como si fueran autobuses de línea, cada media de hora, más o menos, una ambulancia con seis personas salía rumbo al hospital de Ifema. Impresiona ver tanta gente enferma y como un río en primavera, con un flujo incesante de gente que viene y sale a otro destino. Impresiona la imagen de los militares de la UME vestidos con sus trajes, los sanitarios mejor o peor, según el material que haya disponible. Son imágenes que sentí como muy agresivas visualmente, pero mezcladas de una cercanía y una empatía de todos hacia todos, que como siempre, a veces hacemos de lo inhumano, algo humano, de lo duro, algo duro pero llevadero. A veces el ser humano saca su maravilloso lado humano y de amor al prójimo.

Son momentos complicados, se repasa la vida en un instante; se agolpan los recuerdos; crece la incertidumbre; se multiplican las ganas de vivir; y como tantas y tantas batallas, quede en nada o en mucho, lo superaré y ganaré.

Como ganaremos esta batalla unidos. Cada uno haciendo su labor. Os dejo el aplauso de las ocho a los sanitarios desde dentro de urgencias del clínico. Se oyen mal.m en el vídeo, pero es si sobre cogedor los aplausos y ver salir a los sanitarios a dar las gracias u de fondo las sirenas de la policía en la plaza de Cristo Rey. Ver vídeo.

Soy un tipo con suerte y quiero seguir siéndolo.

Estas letras las escribí el 2 de abril, pero la publico hoy porque no quería preocuparos antes de tiempo.

De momento me mandan a casa a hacer la cuarentena, ya que aunque tengo todos los síntomas, el primer test ha dado negativo y estoy mejor en casa que en el hospital. Así que ahora me toca estar 14 días en mi cuarto.

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