Querida Amelia,
¡Hoy te has graduado de infantil! Has acabado una etapa. En algunas cosas la mejor. Vives sin preocupaciones excesivas, la vida es pura alegría y todo vale, aunque a veces haya alguna pataleta.
Aún recuerdo aquel 8 de enero de 2020, te llevábamos a clase con un nudo en la garganta por dejarte. Pero entraste, diste un paso, paraste, miraste alrededor y, seguro que con mucha congoja, seguiste adelante. No te paró el miedo. Tienes buen encaste.
Has heredado una forma de ser genial, pero con mucha fuerza dentro, con una energía desmedida y eso hay que saber controlarlo. No siempre es fácil.
Pero has sabido parar, templar y mandar. Te ha debido costar una barbaridad, pero has sido capaz. Tus padres sabemos que es eso, así hemos sido, y somos los dos, y no siempre es fácil. Es más, a veces te gustaría ser de otra manera.
Has aprendido mucho y siempre con ilusión, has tenido unas profesoras geniales, eres feliz y es un planazo cada día volver al colegio. Hasta el primero después de verano.
Viene una época que te va lanzando hacia días de más esfuerzo, de más responsabilidad, pero seguro que lo harás genial. Volverás a parar al toro y, con temple, mandar y llevarle a los medios para hacer una faena genial.
¡Crece, vuela, vive la vida! Aunque nos duela mirar desde la barrera, es lo que tienes que hacer. Es lo que hicimos nosotros. Pero siempre sé buena persona, normal y coherente con tus valores y tu vida. Sigo haciendo de cada día magia, de cada segundo gloria. Que todos, como hasta hoy, salgamos más felices al estar contigo, ese es tu tesoro, transformas todo en genialidad. Que cada día te metas en la cama y al decirnos adiós, duermas con la buena almohada de una buena conciencia. Y recuerda, siempre tienes los brazos de tus padres esperándote para abrazarte y los De Dios a quien vas conociendo poco a poco.
Te quiero y cada día aprendo de ti