Hoy hace hace 12 años que nos casamos.
Es increíble como va avanzando la vida y como cambia el matrimonio. Ese día tan magnífico es el primero de un viaje largo, maravilloso y como no, con sus curvas.
A veces, de una forma un tanto infantil, pensamos que la vida tiene que ser maravillosa y siempre feliz y no es así.
De la fuerza y pasión de los primeros meses pasamos a la toma de realidad que nos da avanzar el camino y ver lo bueno y malo del otro, la realidad. Incluso, a veces, mirar y ver a alguien que no sabemos si conocemos bien del todo al ir cambiando.
Pero avanzando por el camino esas dudas se disipan y esas curvas se enderezan. Pero no solas.
No sólo vale con querer, es imprescindible querer querer y cada mañana apostar por el amor.
Hay que hablar, mirar, renunciar y apostar. No se puede dar nada por hecho. Unos son más cariñosos y otros menos, unos hablan más y otros menos, unos son más abiertos y otros menos; pero a todos nos gusta ser y sentirnos queridos, saberlo y oírlo y notarlo.
Todos los días al ir a la cama y dar gracias a Dios por mi Equipo SAP, busco varias cosas maravillosas de Sara y Amelia, algo genial de ser tres y no cada uno por su cuenta y si algún día me entra alguna duda, miro hacia atrás y recuerdo porque empezamos este camino. En ese momento la cuesta de hace calle, la curva recta y la oscuridad luz.
Unos días tendremos mucha fuerza y podemos tirar del equipo, otros estaremos cansados y tendremos que ser ayudado, necesitaremos un gregario. Todos somos líder y todos gregarios, porque somos equipo.
¡A por ello! Perdón, gracias y por favor. Decir te quiero y demostrarlo. Hacer sentir al otro especial. En definitiva apostar por el amor.
¡Viva el amor! ¡Viva el matrimonio!