La vida son opciones. Un trasplantado.

"[...] estar enfermo es una verdadera faena, sin contemplaciones. A cambio, podemos aprovechar tiempo de calidad para estar con los nuestros, jugar con nuestros hijos, etc. disfrutar las pequeñas cosas que casi nunca nos permite hacer el ritmo de vida que llevamos. [...]"

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«[…] estar enfermo es una verdadera faena, sin contemplaciones. A cambio, podemos aprovechar tiempo de calidad para estar con los nuestros, jugar con nuestros hijos, etc. disfrutar las pequeñas cosas que casi nunca nos permite hacer el ritmo de vida que llevamos. […]»

Como se dice muchas veces, la vida son opciones y estas opciones, no siempre elegibles, marcan nuestro camino. Esto, también pasa en la enfermedad crónica. Según lo afrontemos cambia la perspectiva.

La enfermedad conlleva dolor, días de ingreso, incertidumbre, miedos, renuncia de muchas cosas, a veces hasta sentirnos una carga para los nuestros y podría seguir.

Siendo claro, estar enfermo es una verdadera faena, sin contemplaciones. A cambio, podemos aprovechar tiempo de calidad para estar con los nuestros, jugar con nuestros hijos, etc. disfrutar las pequeñas cosas que casi nunca nos permite hacer el ritmo de vida que llevamos.

Llevo una temporada de mucha renuncia desde el rechazo del tercer trasplante. E incluso antes, desde que empecé a rechazar unos meses antes. Dificultad para hacer cosas que hasta ayer no siempre valoraba. Seguro que os he contado, que yo todos los días de trasplante, me bebía un vaso de agua, disfrutándolo por los días de diálisis, que no podría beber, que llegarían, y que ya han llegado. Eso me ayudaba a no perder la perspectiva de lo que tenemos y de lo que no, de lo que importa y de lo que no, de que las cosas pequeñas suelen ser la mejores.

Amelia y yo jugando una tarde de un día entre semana. Los “lujos” de este enfermo.

Ahora, y durante un tiempo indefinido, no podré irme de viaje una semana, ni hacer muchos planes, pero si puedo jugar casi todas las tardes una o dos horas con mi hija y muchas veces los tres. No podré ir a unas maravillosas jornadas gastronómicas, pero puedo comer todos los días con mi mujer o mis padres y echarme una siesta para recuperar fuerzas.

En definitiva, hay cosas inevitables, como la llegada -o recaída- de una enfermedad, pero si es opcional, en parte y no todos los días, la actitud que tomemos ante ello, la opción de vida que elijamos.

Una positiva y de aceptación, de resiliencia (de mis palabras definitivas del diccionario), que nos facilitará vivir mejor y más felices. Fácil, no. Posible, sin duda. Eso sí, como una montaña rusa, habrá días que se consiga un rato, otros unas horas y otras épocas días seguidos enteros y otros días que ni un minuto.

Pero el estar mal físicamente muchos días, no facilita esto, muchos días nos hace desanimarnos, estar de mal humor, ver todo negro, perder las ganas de luchar, venirnos abajo. Pero no podemos permitirnos ese lujo. La clave no es conseguirlo, hay días que es imposible. Pero no puede acabar ningún día sin haber luchado por estar fuerte y animados. Nos ha tocado esta vida y hay que disfrutarla, por nosotros, por los nuestros y porque nos lo merecemos.

¿Cómo lo hacéis vosotros?

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