Menos, es más. Un trasplantado.

“El sábado hizo un año de mis primeros pasos tras la amputación. Al recordarlo la emoción y el recuerdo vuelven con fuerza renovadora, con alegría interna que transforma, con ilusión que construye.” Menos, es más. Vía @untrasplantado.

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El sábado hizo un año de mis primeros pasos tras la amputación. Al recordarlo la emoción y el recuerdo vuelven con fuerza renovadora, con alegría interna que transforma, con ilusión que construye. Es una sensación tan maravillosa que no se puede olvidar. Aún recuerdo la cara de Amelia al ver la pierna por primera vez, los primeros paseos del Equipo SAP, la emoción de Amelia el primer paseo juntos, que apretaba mi mano y le decía a todo el mundo que tenía pierna.

Mis primeros pasos.

El verano pasado bailé en mayo en la primera boda de una sobrina y ya en verano, nadé, caminé todos los días al menos 7km, corrí un poco, monté en bici, hice una excursión a caballo, subí a la montaña, di unas patadas al fútbol y hasta hice el pino.

No tiene mucho mérito, la verdad, eso lo hace cualquiera. Las distancias fueron pequeñas y los tiempos escasos. Lo curioso, es que necesite que me cortaran una pierna, para hacer más deporte ese año, que en muchos otros con las dos. A veces, necesitamos vernos perdidos, acorralados por el dolor, aprisionados por la angustia de la incertidumbre, para dar un paso hacia delante, para hacer las paces con nosotros mismos y sacar al mejor yo, para aprender a luchar por nuestras metas sin descanso.

Primer paseo Amelia y yo

Hoy en día la sociedad busca la perfección, el éxito continuo, el casi ser más que humanos, ahora que está tan en boga el transhumanismo. Pero hay personas que no alcanzamos, ni nos acercamos sobre el papel. A veces porque no se quiere por tener otras inquietudes o porque no se podría aunque se quisiera, como el caso de los minusválidos.

En mi caso tengo un 81% de minusvalía. En esta sociedad para muchos estándares no sirvo para mucho. Pero ahí es donde aparece el “menos, es más” y mi alegato en defensa, no de la derrota, sino de la capacidad de cambiar del fracaso, del dolor, de la incertidumbre, del desasosiego al éxito, al crecimiento. De la capacidad de renovar del perder algo tan esencial como una pierna y tener que reinventarse, tener que deshacer lo aprendido, las imagen conocida de uno mismo, para, a base de crueles y fugaces miradas propias a uno mismo, a mi cuerpo mutilado, por la dureza de la visión, aprender a volvernos a querer, a redescubrir quienes somos y aceptarnos y por fin. Ver lo resplandeciente de nuestra esencia que no está, en mi caso, ni en la pierna que me falta, ni la otra que parece quererle seguir el camino a la que se fue, ni en mis riñones que no funcionan.

Mi fuerza está en buscar la excelencia, pero no sobre los demás como pide la sociedad, sino en una mejora diaria respectó a mi. En mi tesón por mirarme a Blas, el muñón. Algo que al principio era a base de luchar contra mí mismo y con los ojos difuminados por las lágrimas. Lágrimas que con las semanas tornaron de tristeza a alegría; de desazón a fuerza; de verme en nada, a quererlo todo; de maldecir mi destino, mi getsemani, a darme cuenta de que era afortunado por vivir lo que vivía, como conocer la sensación de dar el primer paso, y por todo el cariño recibido. (Podéis ver el vídeo con los primeros pasos y la primera reacción de Amelia.

La sociedad nos quiere perfectos, pero nadie lo es y eso sólo nos puede llevar a la infelicidad, la angustia y el agobio. En cambio, la vida, podemos tomarla como el regalo de ser felices cada día, de intentar ser mejores cada día y que el mundo florezca a nuestro lado como si fuéramos la primavera que avanza por el campo. Ese sería el gran regalo.

Impresionante la cara de Amelia al ver por primera vez la prótesis.

Por desgracia, a veces necesitamos tener o sentirnos menos, incluso de vernos en la nada, como me sentía yo el día de la amputación, para desde ahí crecer, agrandarse, ganar en amor y disfrutar de tantos regalos y dichas como tengo a mi alrededor. En forma de personas, cercanas y más lejanas que me quieren, de poder ayudar con mis escritos, vídeos, libros, etc. en forma de conferencias y testimonios, en definitiva, la vida me ha puesto fácil hacer mi apostolado, cumplir mi vocación de servicio y acercar a los demás la grandeza la vida. Vuelvo a insistir, ¿veis como soy un tipo con suerte?

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