Mis ángeles. Un trasplantado.

“he sido bendecido con dos ángeles, que me han otorgado un regalo incalculable: la vida al ofrecerse a donarme un riñón […] Para Sara y para mí, estos ángeles han traído la luz en la oscuridad, la esperanza en la enfermedad y la ilusión en medio de la dureza de la diálisis.”

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Este mensaje escribía el lunes 5 de febrero de 2023, hace 3 semanas, sin ser consciente que en medio iba a tener una llamada para trasplante como os conté en su día en un vídeo sobre la llamada y una reflexión al día siguiente.

En medio de las toses, la otitis, el ahogo, aunque menos, por la neumonía y el malestar corporal, hoy estoy profundamente emocionado. En el fragor de la batalla contra la adversidad, una noticia triste se convierte en un regalo divino.

Cuando en 2019 perdí el trasplante, y aunque me dijeron que no entraría en lista de espera, mi principal ángel, Sara, se hizo las pruebas para ver si podía donarme por si algún día cambiaban las cosas, aunque lamentablemente no fue viable su donación. No contenta con regalarme vida con su amor diario, quería dármela físicamente. Eso es amor. 

En su día fui regalado por tres ángeles que me regalaron 22 años de vida plena y genial después de morir al donarme sus riñones.

Recientemente, he sido bendecido por otros dos ángeles, cuyos nombres mantendré en secreto siempre, que me han otorgado un regalo incalculable: la vida al ofrecerse a donarme un riñón. Uno de ellos le conocía poco, pero ya era especial, pero ahora para siempre será un ser querido, el otro un alma desconocida para mí, que también entra en el olimpo de mis almas más queridas. Ambos han pasado por pruebas rigurosas, sorteado obstáculos, y, uno no pudo ser donante y el otro aún está en proceso. Su generosidad me ofrece la esperanza de una vida sin ataduras, una vida llena de posibilidades.

¿La noticia que podría parecer negativa? La pérdida de una oportunidad de trasplante, al primero de ellos hoy le han dicho que no es compatible. Pero yo elijo verlo como una nueva oportunidad para seguir adelante con determinación y optimismo. Ya que es una oportunidad que estadísticamente duplica las posibilidades de supervivencia en comparación con los trasplantes de órganos de cadáver.

Prefiero enfocarme en el regalo que nos han brindado. Han infundido ilusión, esperanza y fuerza en nuestros corazones, tesoros difíciles de encontrar y vitales en estos tiempos. Aunque Amelia aún no lo comprende, pronto se lo explicaré. Para Sara, Amelia sin saberlo, y para mí, estos ángeles han traído la luz en la oscuridad, la esperanza en la enfermedad y la ilusión en medio de la dureza de la diálisis.

Es un gesto inmenso. Nunca pedí esto, pero salió de ellos, de manera desinteresada. Han ganado un lugar privilegiado en el cielo, sin duda, sin siquiera buscarlo. Eso hace que su generosidad sea mucho más valiosa.

Mientras escribo estas líneas y reflexiono sobre este día de altibajos, siento que la mano de Dios se hace presente una vez más, de forma generosa en mi vida, manifestándose a través de dos nuevos ángeles anónimos que me han llamado para entrar en este selecto grupo de personas excelsas.

Alabado sea Dios por enviar a estos dos donantes, estas personas tan maravillosas a mi vida. Por todos los donantes del mundo. Su generosidad y bondad me recuerdan que siempre hay razones para mantener la esperanza y la fe en el futuro.

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