“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” 2 Tim. 4, 7. Es brutal.
“He peleado la buena batalla». Esta frase requiere compromiso con la causa de la vida, con la causa De Dios en el caso de los creyentes. Vendrán dificultades, días duros, incluso de sentirnos incomprendidos y hasta perseguidos, por eso la referencia bélica.. Pero así es tambien la vida. Pero luchando con tenacidad, diligencia y mucha coherencia, se consiguen muchas victorias. Incluso en batallas que dábamos por perdidas o nunca soñamos ganar. ¿Cuántas veces impedimentos del camino, cruce con personas o situaciones difíciles nos hacen dudar de nuestro camino o de si la meta es la correcta?
«He acabado la carrera». Todos tenemos un objetivo, una misión, un porqué para vivir. Eso representa correr la carrera. Dejarnos el alma en alcanzar la excelencia en nuestro motivo de vida, en nuestra causa de lucha diaria es la mejor forma de vivir en paz y plenitud.
«He guardado la fe». Mantener la fe en nosotros todas la vida, a pesar de las dificultades no siempre es fácil. Por eso digo muchas breves que una de las cosas peores en la vida, en mi caso en mi trayectoria como enfermo, pero también como persona, es la incertidumbre. Algo así puede ocurrir con la Fe, con nuestra relación con Dios. ¿Cómo puede existir un Dios bueno que permita tanto mal? La Fe es un don, pero también una obligación. Nos viene dada, el don, pero debemos cultivarla, la obligación. Y después de años trabajando ambas cosas, he llegado a la conclusión que Dios non nos manda ningún mal, es la vida. Y Dios, en su inmensa generosidad y en su enorme amor, nos da la fuerza para luchar, para saber llevarlo, nos regala una cruz que podemos abrazar y amar, nos comparte su yugo. Éste, al ser para dos cabezas de bueyes, nos quita la mitad del peso, nos hace la carga ligera. Así hace el Señor con nuestros problemas. Además de acordarme de la anécdota de Santa Teresa ante un problema más:
—Señor, entre tantos daños y me viene esto.
La Voz respondió:
—Teresa, así trato yo a mis amigos.
—¡Ah, Señor!, por eso tenéis tan pocos.
En definitiva, esta frase refleja el compromiso, la dedicación a una causa y la confianza en que, a pesar de las dificultades, podremos cumplir nuestro propósito en la vida. También puede ser una fuente de inspiración para los creyentes, animándolos a perseverar en su fe y a vivir una vida comprometida con Dios y su obra en el mundo.
¡Feliz día de San Pablo y San Pedro!
*foto de portada de https://www.barcelo.com/guia-turismo/es/italia/roma/que-ver/san-pablo-extramuros/