Hace muchos años conocí a Matilde Latorre, gran periodista, por redes sociales. Primero por Twitter y después Instagram. Y años después nos desvirtualizamos.
Y siempre le he leído y escuchado muy implicada con la Virgen de Guadalupe y entonces vi el encaje de muchas piezas. En sentido positivo.
Hace dos años, en abril, me hizo una entrevista para “Peregrinos de la Virgen de Guadalupe” que fue muy especial.
El párroco de San Jorge, Padre Juan Pedro, donde he sido catequista muchos años, tiene una Virgen de Guadalupe en el altar, que para mi no decía demasiado, era bonita, pero era la Virgen de los mexicanos, no mucho más.
Un años después en abril pasado conozco a Eduardo Verástegui, actor y productor católico, provida mexicano en un rezo de un rosario presencial en Madrid, que se reza cada domingo en Instagram a las 21:30 y se llama la macrofiesta del rosario, y descubrí que él reza cada día el rosario en redes desde la pandemia en lo que llama el rincón guadalupano.
Y hace unos días me avisa Josep María Anglès, uno de los guionistas, y persona a la que tengo mucho cariño, como a Goya Producciones, desde que les conocí con la grabación de «Madre Ven», para que fuera al preestreno de la película «Guadalupe: Madre de la Humanidad».
Y ya, para rematar, el otro día me escriben por Instagram Inma y Charuca , dos personas normales con su trabajo, y me dicen que tienen el manto de la Virgen y quieren ponérmelo. Manto que no sabía que existía hasta que vi la película.
Según me lo iban poniendo resonaba con impresión, emoción y amor un recuerdo de mi alma en forma de estrofa, «bajo Tu manto sagrado, mi madre aquí me dejo, Señora, ya es Eres Mi Madre, no me abandone Tú amor». Una estrofa que cada mal día, y muchos buenos, vuelve a mi corazón del himno de mi colegio, el recuerdo, Nuestra Señora del Recuerdo.
O dicho en palabras guadalupanas “No se entristezca tu corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”, como dijo la Virgen de Guadalupe a Juan Diego en el Tepeyac.
Son muchas las emociones que siento, la mezcla de amor y compromiso, bañado de agradecimiento a estos instrumentos de la Virgen de Guadalupe para acercarme a Ella. Os iré contando. Pero ya este verano encargué a dos buenos amigos una medalla de la Virgen de Guadalupe para llevarla siempre encima.
Cuando me trasplanten ya tengo uno de los viajes que haré. A Guadalupe.
A veces van sucediendo las cosas gradualmente en un guion predeterminado y precioso para llevarnos poco a poco a lo mejor. Cuando La Virgen se empeña en algún bien lo consigue.