¿Cómo estás? Te admiro. Un trasplantado.

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“[…] Todos somos admirables en nuestra fortaleza. La mía por entrenamiento es llevar con alegría mi enfermedad y sus cosas, la de otro haber aprendido y ser un maestro del piano […]”

Muchas veces y sobre todo en épocas como la que estoy viviendo ahora, mucha gente me dice lo que pone en el titulo: “¿Cómo estás? Te admiro.” Y la verdad, lo agradezco mucho, pero no estoy del todo de acuerdo y me explico.

Todos somos admirables en nuestra fortaleza. La mía por entrenamiento es llevar con alegría mi enfermedad y sus cosas, la de otro haber aprendido y ser un maestro del piano, otro hacer el maratón en 1:59:40, etc. porque todos somos admirables en algo. La desgracia es que a veces haya personas que no saben en qué.

Como decía Einstein, si a un pez le pides volar, a un pájaro trepar y a un mono nadar, ninguno lo hará bien. Pero el pez será un magnífico nadador, el pájaro un genial volador y el mono un buenísimo trepador.

Cada uno es bueno en su fortaleza y malo en su debilidad.

Por eso, tengo la suerte de ser muy fuerte anímicamente -y tener gente que me ayuda alrededor a serlo más- y me sobrepongo relativamente fácil a los contratiempos, como volver a diálisis, aunque tengo mis días. Pero creo que tengo más entrenamiento que mérito.

Pero también es admirable un pianista, cómo ha ido aprendiendo toda su vida y con tenacidad y mucho esfuerzo, acaban haciendo que parezca fácil algo muy complicado.

O alguien que termina un ironman, para mi eso no es que me parezca difícil, es que me parece algo sobrehumano.

O una persona que sabe un montón de idiomas, para mí aprender uno, aún me queda, me costó toda la vida de suplicio y otros los aprenden casi como el que lee una novela.

O mis padres y hermanos (y todos los padres y hermanos de enfermos crónicos). Que nos llevan en volandas y en mi caso, siendo el cuarto hermano de cinco, podía haber sido, un niño mimado y un consentido insoportable y he salido bastante bien y normal.

Aún así y como es obvio, lo agradezco muchísimo y me encanta que me lo digan. Me da ánimos y fuerza e incluso me impulsa y estimula a luchar más y llevarlo mejor. Cuando alguno me escribís diciendo que mi actitud le ayuda, aunque no nos conozcamos, es algo que me llena de orgullo y da sentido y en parte justifica mis padecimientos. Me ayuda a seguir adelante y mantenerme fuerte, ver que en otros mi sufrimiento tiene sentido. Es una forma de ofrecerlo. Obviamente en mí tiene muchos beneficios, como he hablado en otras entradas.

Intentemos no juzgar. Pero de juzgar, que sea al pez por volar y al pájaro por volar.

Por eso os animo a todos a tener clara vuestra fortaleza, el que no lo tenga claro la busque y fomente y todos, intentemos mirar a todos con el cariño que merecen. Podemos hacer mucho daño y disminuir la autoestima de alguien muy valioso por juzgarle por algo que no es su fuerte.

¡Y un millón de gracias por todas las veces que me decís que me admiráis, que soy un ejemplo para vosotros, etc.! Ayudáis mucho, el refuerzo positivo es un regalo.

¡A por nuestras fortalezas! ¡Y a enseñar a los demás las que tienen!

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