¿Estando bien? no. Estando agotado, estando feliz.
¿Estando bien? no. Estando agotado, estando feliz.

Hace tres meses no podía ni levantarme de la cama. 60 días de reposo absoluto. 60 días viendo el techo, sintiendo cómo el cuerpo se me escapaba de las manos y soñaba con recuperar mi día a día.
Y esta semana…
- 5 horas de clase
- 3 tardes de consulta
- 3 conferencias
- 12 horas de diálisis semanales
- 2 programas de radio
- Cura del pie
- Jugar con mi hija todos los días
- Charlar con mi mujer a diario
- Un día de campo con un buen amigo y su padre

Ha sido emocionante, vertiginoso, maravilloso. No porque esté fuerte. No porque esté sano. Sino porque entendí que la vida no se mide en lo que el cuerpo aguanta, sino en el sentido que le damos, porque «la vida no es cómo viene, es cómo la afrontamos».

Y el sentido de mi vida viene de Dios. Y su amor llega a través de los míos. Sara me empuja siempre más allá, sacando lo mejor de mí y recordándome que no hay límites cuando el amor te sostiene. Amelia es mi refugio, mi paz, mi sostén. Juntas son mi cayado, mi equilibrio, el regalo que Dios me ha dado para sostenerme en este camino junto con mis padres y amigos.

Hacer las paces con mi realidad, aceptarme con mis cicatrices, mis errores y virtudes, mi 81% de minusvalía, es lo que me ha dado la libertad, no para sobrevivir, sino para vivir. Ha sido el viaje más difícil e importante de mi vida.

Abrazar mi cruz no es arrastrarla. Comprender que la diálisis me destroza, pero regala vida a la vez. Que lo que me quita, me enseña. Que lo que me duele, me sana. Y aprender a exprimir cada día, dejándome la vida en cada acto, porque lo importante no es vivir muchos días, sino lo que hacemos con esos días. Y en esa entrega, en ese cansancio, en esta dolencia, todo es ofrecerlo, todo es hacerlo oración.

Eso me ayudó a buscar mi ser, mi centro nuclear, mi vocación, mi sentido de vida. Este es entregarme a los demás, a cambiar el mundo, a aprovechar lo que tengo para la gloria de Dios.

Sigo con dolor y con cansancio, eso no desaparece. Pero también con gratitud, porque aún aquí, en esta fragilidad, hay un propósito que me sostiene, confiando todo se transforma y nos construye.

Coloquio en Volunfair