Cuando la enfermedad llega, no solo toca a quien la padece; afecta a toda la familia. Y aunque cada uno lo vive a su ritmo, con sus propias emociones y tiempos de aceptación, hay algo que hemos aprendido en este camino: estar juntos lo cambia todo.

En casa, Sara y yo decidimos no hacer de la enfermedad un tema tabú. Desde los adultos hasta Amelia, cada uno se ha implicado de la manera que puede y quiere. Por ejemplo, en los procesos de la diálisis domiciliaria, invitar a Amelia a participar —de forma sencilla y adecuada para su edad— no solo nos ha ayudado a integrar esta nueva rutina, sino que también le ha dado un lugar en algo que forma parte de nuestra vida.

No siempre es fácil. A veces faltan las palabras, y otras veces abundan las preguntas difíciles. Pero hemos optado por la sinceridad, por hablar las cosas como son, con cariño y respeto hacia lo que cada uno siente. Porque creemos que el amor no solo es apoyo, también es transparencia.

Hoy, mirando hacia atrás, puedo decir que esta etapa nos ha enseñado tanto… Nos ha unido al Equipo SAP en formas que nunca imaginamos y nos ha mostrado lo fuerte que puede ser una familia cuando enfrenta las tormentas juntas. Gracias por no huir de las conversaciones difíciles, por no evitar las lágrimas, y sobre todo, por demostrarme que el amor puede con todo.
Gracias a los que han estado ahí siempre, en lo cotidiano y en lo extraordinario. Gracias por preguntar, por escuchar, por tender una mano o simplemente por estar.

Porque sí, la enfermedad puede ser dura, pero con todos vosotros al lado, siempre hay fuerza para seguir adelante. Gracias por tanto, “soy un tipo con suerte”.