Hay días en los que el simple hecho de moverme duele. El pie, el cansancio extremo, la diálisis… todo parece un peso imposible de levantar. Pero, ¿sabes qué? Cuando pasa el tiempo, no recuerdo el dolor ni el esfuerzo. Recuerdo el plan.
Recuerdo lo que hice, no lo que me costó.
La vida se transforma cuando dejamos de enfocarnos en las limitaciones y ponemos toda nuestra atención en las fuerzas que sí tenemos. Porque siempre queda algo: un paso, una idea, una sonrisa. Y eso es suficiente para construir.
Hoy quiero animarte a esto: no te quedes mirando lo que te frena, haz lo que puedas con lo que tienes. Porque al final del día, la actitud lo cambia todo. Lo sé porque lo vivo.»