El apego es de las cosas que más nos alejan de la felicidad.
Un barco surcaba los ríos. Iba despacio, le costaba avanzar, el viento en popa a toda vela que recibía no era suficiente para hacerle avanzar como debía. El peso que arrastraba, innecesario en muchos casos, era mayor que el viento que lo impulsaba.
Cuando me fui de casa de mis padres una de las cosas que más me costó fue desprenderme de muchos recuerdos que había guardado. Desde cartas de la adolescencia, postales de viajes, recuerdos, etc. lo que todos solemos guardar en la infancia y adolescencia. Y había que soltar cosas, no podía llevarme todo. Tuve que elegir y desprenderme de cosas. Me dio libertad, agilidad, paz porque el peso de lo que tenía era menos, aunque deshacerse de ello no fue fácil.
A veces nos pasa con sueños. Hay que tener la capacidad de no rendirse por nuestras ilusiones. Es más, hay que tener siempre varias, por si nos falla alguna. Pero no podemos empeñarnos en lo que no va a salir y no hay dudas de ello. Eso sería hacernos daño. No soy dudoso de no perseguir sueños sin parar y buscar retos ilimitadamente, pero hay que tener la cabeza fría. Así mismo, habrá ilusiones que nunca llegarán a ser realidad aunque pensáramos que si, no pueden hipotecar nuestra felicidad.
Y por desgracia, también pasa con las personas. ¿Cuántas veces hemos sufrido por ver qué alguien se aleja y con el tiempo ha sido mejor esa distancia aunque al principio fue dura? Pasa con amigos, que con el tiempo se puede evolucionar en diferentes direcciones y a veces se alejan de uno. A veces, por desgracia, pasa hasta en las mejores familias. Incluso es más cómoda la relación después de tomar aire y distancia, que cuando nos empeñábamos en mantener algo que no hay. Eso sí, sin dejar de rezar por ellos cada día.
Cómo he dicho alguna vez, lo único que elegimos de personas es nuestra mujer, o marido, y nuestros amigos. El resto, es impuesto por la vida, si suma es un tesoro, si resta hay que dejarlo ir y avanzar con felicidad y con todos los que nos quieren.
No perdamos fuerzas, tiempo y felicidad en lo que nos resta. La vida son dos dias y ya tiene muchos problemas como para crearnos más.
Después de mucho pensar entre el capitán y los marineros, descubrieron que había muchas cosas pesadas e inútiles que les frenaban y no les dejaban avanzar correctamente y, lo que es peor, les suponían un desgaste enorme en tiempo y energía. Después de valorar lo que de verdad necesitaban y deshacerse del resto, soltando lastre, ligero y renovado, el barco emuló al de Espronceda:
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:
Navega, velero mío, sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.