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Son ganas de vivir. Un trasplantado.

"No tengo tanta energía. Lo que tengo son ganas de vivir. De hacer gloria a Dios con cada día que me regala. Porque si estoy aquí, todavía hay algo que amar, algo que dar, algo que construir.”

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No es energía. Son ganas de vivir.

A veces la gente, uno de los que más mi amigo Carli, me dice: ¡Qué vitalidad tienes!”, o “Se te ve con una energía tremenda”. Y yo sonrío. Pero por dentro pienso: Si supieran…

Porque la verdad es que muchas veces me falta fuerza. El cuerpo no responde como antes, el cansancio pesa, las piernas fallan, la presión baja, y los dolores silenciosos se hacen hueco. No tengo una reserva infinita de pilas ni una fuente secreta de motivación. Lo que tengo —y eso sí es inagotable— son ganas de vivir.

No vivir por vivir. Sino vivir con sentido. Vivir para que cada día, incluso los difíciles, tenga una pequeña chispa de luz. Para que incluso en el dolor, algo bueno florezca. Para que mi vida, tan limitada y tan regalada, hable de algo más grande que yo. Hable de Dios.

No es energía lo que ven. Es agradecimiento con forma de pasos lentos. Es esperanza que se disfraza de sonrisa. Es fe caminando, a veces cojeando, pero sin rendirse.

Es también la suerte de tener una familia que me sostiene: Sara, compañera de vida, de lucha y de fe. Amelia, que con su forma de mirar el mundo me recuerda cada día que vivir es un regalo. Ellas son mi alegría, mi refugio y mi impulso.

Y sí, también es un privilegio trabajar en cosas que me realizan, que me conectan con los demás, que me permiten servir, acompañar, tender puentes, en definitiva, me ayuda a seguir el sentido de mi vida. No hay mejor motor que sentir que, incluso con las heridas, uno puede ser útil, verdadero y fecundo.

No es que todo me salga fácil, es que no quiero que ni el dolor ni el miedo tengan la última palabra. Quiero que la tenga el Amor. El que me sostiene. El que me levanta. El que me espera.

Cada vez que alguien me dice “qué energía tienes”, yo me repito por dentro:
“No, no es energía. Son ganas de vivir. De hacer gloria a Dios con cada día que me da. Porque si estoy aquí, todavía hay algo que amar, algo que dar, algo que construir.”

Y eso —aunque el cuerpo no siempre pueda seguir el ritmo— es más fuerte que cualquier agotamiento.

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