Susto o muerte. Vida en pausa.
Ha vuelto el vendaje al pie.
Una herida en el pie. Minúscula para muchos. Pero para mí, con esta mala circulación, se convierte en una puerta abierta al abismo. Donde otros curan en horas, yo necesito semanas.
Duele.
Cansa.
Inquieta.
Ese es el susto.
La otra opción, la que se llama muerte, sería amputar. Duele solo pensarlo… pero también sé lo que es vivir sin dolor. Sé lo que es adaptarse a una prótesis y volver a caminar. Ya lo hice una vez.
Hay días en los que quiero rendirme a lo práctico. Hacerlo ya, quitar el problema, y seguir. Otros días, la esperanza me susurra: ‘Aguanta, espera… quizá algo cambie’.
Y entonces abrazo la paciencia, aunque me tiemble el alma. Porque esta herida, como tantas otras, es también un lugar donde puedo unirme a la Pasión de Cristo.
Benedicto XVI lo dijo claro: ‘La locura de la Cruz es hacer del sufrimiento un grito de amor a Dios’.
Y cuando todo duele, intento que mi grito no sea de rabia, sino de fe.»
La decisión no es solo mía. Es del Equipo SAP. También de Sara y Amelia. Somos tres los que decidimos.
Mientras, no me queda otra que confiar en Dios de verdad y que me de luz y ofrecer este dolor. Por vosotros, por los míos, por este mundo que a veces parece romperse… pero que sigue teniendo belleza.
Porque aunque el árbol que cae haga ruido, el bosque sigue creciendo en silencio.
Y los jóvenes, esos que a veces se juzgan de lejos, me enseñan que no son peores: son diferentes. Y muchos, son pura esperanza. Es la suerte de convivir con ellos en la universidad.
Vamos a por el día. Con vendas en el pie… pero con fuego en el corazón y ganas de exprimir y hacer gloria de cada segundo de cada día.