Hoy tenía una cita en el clínico, otra más. Tenía análisis y luego cita en urología. Otra más. Llevo tres años, al menos, de los últimos cuatro que llevo en diálisis, intentando convencer a todo el mundo de que me metan en lista de espera de trasplante.
En su día me dijeron que sería difícil que me trasplantaran otra vez por el estado de mis vasos. Lo que me condenaba toda mi vida a estar en diálisis y tenía 43 años en aquel entonces. Si tenia que ser que fuera, pero no dejaría de luchar por que no fuera así.
Y quiso la vida que tuviera problemas importantes en las piernas hasta perder una y la otra estar condenada. Y quiso la vida que el vascular intentara que no perdiera la segunda pierna. Y en esa lucha, por mantenerla e intentar disminuir el dolor, en noviembre pasado me hicieron un bypass aortofemoral y me quitó algo el dolor sin salvar del todo la pierna, aunque si temporalmente.
Aunque sobre todo, el tipo de bypass permitía la inserción de vasos. Eso abría una ventana enorme. Eso hacía que pudiera insertar un vaso, que pudieran trasplantarme.
Pero para ello tendrían que dar su consentimiento los vasculares, los nefrólogos y los urólogos, las tres especialidades implicadas en el trasplante. Rápido lo dieron los dos primeros. Y no lo daban los urólogos. Así llevamos muchos meses.
Hoy he dado un paso importante. Hoy tenia reunión con urología y por primera vez ha dicho “por mi parte ok a entrar en lista de espera. Ahora tenemos que reunirnos los tres y dar el paso”.
No estoy en lista de espera, aún queda, pero ya queda menos y sobre todo, por primera vez se ve una luz al final del camino, otra puerta a la esperanza, otro motivo para ilusionarme cada día. Aún queda para llegar a ese punto, pero cada paso adelante, es un paso menos.
Una vez más la vida tiene sus cosas duras, inexplicables, que pasado el tiempo, vemos que tienen su para qué. Cómo fue la ventana que se abre gracias a un bypass por una noticia horrible, la pérdida de una pierna y posible pérdida de la otra. Nunca sabemos cuando, ni por qué, pero a veces las malas noticias, pueden tener con el tiempo su efecto positivo.
Nos merecemos estar en esa lista de espera. Se lo merece mi equipo SAP, Sara, Amelia y Pablo. Sara que siempre elige con amor avanzar, se lo merece Amelia que no recuerda verme sin diálisis, volví cuando tenía 9 meses, se lo merecen mis padres que no debe ser fácil ver a un hijo así y se lo merecen mis amigos y los que me quieren, me rezan y tanto me apoyan cada cosa que hago. Todos ellos dan sentido a mi vida.
¡La vida es maravillosa! Y hoy me gané el desayuno.